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Comisión de la Verdad

En esta columna y por otros medios, he manifestado que la mejor forma de acabar el conflicto interno armado colombiano es a través del dialogo entre representantes del gobierno y de los insurrectos.
Terminar una guerra tan monstruosa -que lleva más de 50 años- con la negociación de la paz es un proceso muy difícil que requiere de la colaboración, no sólo de la comunidad internacional, sino especialmente de todos los colombianos más importantes, no obstante a que muchos de ellos por múltiples motivos se opongan a la consecución de la paz.

El desdeño por convivir en paz, a pesar de los beneficios que esto conlleva, es un claro mensaje de que a ninguno de los incondicionales, tanto a los de la extrema izquierda como a los de la derecha intransigente, no les importa el acuerdo de paz que tanto anhelamos la mayoría de los colombianos, para poder trabajar sin los contratiempos que produce la guerra entre estos dos bandos recalcitrantes.

El presidente Santos con su empeño de conseguir la paz entre los colombianos ha demostrado que es un integrante de la franja intermedia mayoritaria, no sólo deseosa sino comprometida en dejarle un mejor futuro a las nuevas generaciones, que para lograr tal legado tan valioso no debe tirar por la borda lo que hasta ahora ha alcanzado contra viento y marea.

No es imposible, menos ahora que las Farc han aceptado la conformación de una Comisión de la Verdad con el propósito de consolidar el armisticio final. Fehaciente demostración de que el proceso de paz sigue adelante, no obstante a la peor crisis que atraviesa su negociación, debido a que el presidente Santos no ha permitido el cese del fuego mientras se negocia la paz, para que el grupo insurgente no se fortalezca, tal como lo hicieron con el despeje de la zona del Caguán.

Aunque la Comisión de la Verdad no cumpla en totalidad su función, es de gran importancia su aporte para el esclarecimiento de las actuaciones de los actores del cruento conflicto armado que deja millares de víctimas, de las cuales muchas serían indemnizadas, porque en Colombia el conflicto armado ha causado mucho daño a gente inocente y al medio ambiente.
Muchas personas ni sus familias se han recuperado del impacto sicológico de los secuestros prolongados y menos en los cuales murieron sus víctimas o fueron violadas y que decir de los millones de campesinos desplazados que para sobrevivir les tocó dedicarse a la delincuencia común.
En fin, la Comisión de la Verdad podría dilucidar sucesos desconocidos por la gente corriente, que se les restituya lo perdido, se les pida perdón y se les garantice que no vuelvan a pasar los sufrimientos soportados en esta época tan feroz.

Jose_Romero_Churio: