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Comentaristas amargos

MISCELÁNEA

Por Luis Augusto González Pimienta

Admiro a ciertos escritores por la elegancia con que tratan temas espinosos o prosaicos. Se requiere mucha valentía para abordarlos y tacto para no caer en la ramplonería. Son plumas que hacen refinado lo vulgar

En cambio, desprecio a los escritorzuelos que se mimetizan en las llamadas redes sociales para emitir opiniones grotescas. Esos individuos que escondidos tras un seudónimo despotrican de los demás y tienen la osadía de exigirle a los opinadores públicos que divulguen lo que ellos estiman verdadero. Son valientes para mandar a otros a decir lo que ellos no son capaces de exponer y menos utilizando su propio nombre.

Al principio se valían del correo electrónico que los columnistas ponían al final de sus artículos para desplegar sus falacias y de paso insultar al escritor. Luego, cuando los afectados suprimieron la dirección electrónica, utilizaron facebook, twitter, myspace y otras redes para universalizar sus diatribas prevalidos del anonimato. Las personas pensantes, por el contrario, usan su nombre de pila.

Jarol Ferreira (el excelente nuevo colaborador de este diario) los calificó como escritores de repudio, abucheo y agravio, y dijo: “Arrogante e irritante, esta subespecie está convencida de tener potestad para descargar sus frustraciones a través de mal intencionados y torpes comentarios que finalmente solo terminan dando cuenta de sus rezagos en el campo de la intelectualidad.”

A diferencia de los alimentadores de Mary Daza, que con sus sesudas consideraciones  nutren el espíritu y estimulan al columnista, estos “valientes” comentaristas en la sombra son la radiografía de la incompetencia. Quería llamarlos escritores zurdos, pero no lo hice por respeto a los escritores de verdad y a las personas con tendencia natural a servirse de la mano izquierda. Preferí llamarlos comentaristas amargos, por la hiel que destilan.

Estoy convencido de que si se abriera la sección de cartas de los lectores, como lo he sugerido múltiples veces, no pasarían el filtro para que sus opiniones fueran publicadas. Porque, aparte de expresar su animadversión hacia ciertas personas como tema único, lo hacen con mala redacción y peor ortografía.

De todas formas sería interesante darles un cupo para el desfogue, o prestarles el espacio que algunos nos hemos ganado para que hagan el esfuerzo de coordinar una serie de oraciones, dejen de lado las babosadas y se vean sometidos al escrutinio de los lectores.

Pero dejémoslos que sigan enamorados de su frustración. Que permanezcan enervados por la presencia incontaminada de columnistas responsables. Que se traguen los sapos de su ineptitud y sientan como se consumen en la hoguera de la envidia.

P.S. La NUEVA EPS nació con viejos vicios. Pero eso no justifica la falta de oportuna asistencia a sus afiliados, como está ocurriendo con el amigo Germán Piedrahita que requiere urgente intervención quirúrgica. Cada funcionario tira la pelota fuera de su área y ninguno resuelve. Es la patética muestra del “sacaculismo” colombiano.

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