No son columnas de tanques, como estamos viendo en Ucrania, ni columnas guerrilleras, que aún sobreviven en nuestro país lamentablemente, las que suelen socavar las democracias y las libertades, sino columnas de opinión con las que queremos acompañar el inicio de la semana.
Ambas tienen en común que destacan la naturaleza de nuestras instituciones que conforman el llamado Estado de Derecho y su cultura; en medio de la errada sensación de que los poderes públicos están desbordando sus competencias y funciones como reflejo de las grandes tensiones y la polarización política.
Las escriben los columnistas Rodrigo Uprimny, en El Espectador, y Héctor Riveros, en el portal de La Silla Vacía, tituladas “Una democracia en tensión, pero operando” y “Un Congreso ejemplar”, respectivamente.
Uprimny, profesor de Derecho Constitucional, le hace en Twitter a su columna una presentación: “Nuestra democracia está operando pero con difíciles tensiones. Todos tenemos que aprender y mejorar nuestra cultura democrática en esta coyuntura inédita con la izquierda en el Gobierno y la derecha en la oposición“. En próximos días ahondaremos en ella.
Dice Riveros que “el mayor cambio que se registra en Colombia, en estos tiempos de cambio, está en el Congreso, el cual está convertido en el centro del debate ideológico y del pulso político que lo tramita. La política es fundamentalmente eso, (…) rol que había perdido porque sus ocupantes habían resuelto renunciar a ese papel y convertirse en apéndice del ejecutivo.
La elección de un gobierno de izquierda cambió esa ecuación y permitió que el debate conceptual recuperara el protagonismo. Sigue habiendo mermelada, claro, pero ya no es definitoria.
El Congreso de ahora se parece más al país y a la sociedad contemporánea. Representa también una estética distinta, la de los tenis y los tatuajes que a algunos les parece de “quinta”.
Los congresistas están, como la mayoría de la población, pendientes de las redes sociales y por eso la herramienta no es el discurso “profundo”, sino la puesta en escena. La imagen es tanto o más importante que la palabra.
(…) una mujer de 33 años, que podría “ser reina de belleza”, considerada aspiración máxima para las épocas de su sociedad machista, puede estar liderando el debate de la reforma laboral. (…) los banqueros e inversionistas de bolsa que tienen que discutir con una mujer indígena wayuu la reforma pensional tan reservada para discusiones “técnicas” entre economistas educados en universidades estadounidenses.
“Hay de todo y de eso se trata“ (campesinos, exguerrilleros, sindicalistas, animalistas, ambientalistas, feministas).
Hay unos partidos que han tenido que hacer el esfuerzo de organizarse para mantener su capacidad de incidencia.
Las leyes gruesas que aprobaron como la reforma tributaria y el plan de desarrollo y las que no aprobaron como la laboral, pensional y de salud reflejan bien los debates y las posturas de la sociedad. (…) Hubiera preferido que el Congreso aprobara cosas que no aprobó y que no aprobara algunas que sí, aún así, creo que tuvimos un congreso ejemplar”