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Colombianos en el exterior. Fuga de talentos

Por Imelda Daza Cotes

Colombia es el país con el mayor el número de desplazados internos y externos, en el mundo. Unos cinco millones de colombianos han sido obligados, por distintas causas, a cambiar de lugar de residencia; es también el país que, en occidente, genera más refugiados.

Casi medio millón de colombianos hemos tenido que optar por el refugio político a causa del conflicto armado y de la violencia en general.

Ecuador es el país que ha recibido más colombianos –unos 55.000- con estatus de refugiados, le siguen EEUU, Canadá, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Brasil, España y países de la UE; 1.5 de cada 10 colombianos residentes en el extranjero son refugiados.

Esta población tiene variado perfil. Muchos son personas sin mucha academia, pero también hay varios miles de profesionales que habiendo sido educados por el estado colombiano le servimos a países que no han costeado nuestros estudios.

El desplazamiento interno, (rural-urbano) y el externo, generan además enormes traumas tanto a las víctimas como a las ciudades/países receptores. El desarraigo y la migración forzada son un desastre humano. 

A los desplazados se suman los colombianos que dejan el país en busca de mejores oportunidades de vida, trabajo o estudio. La población de emigrantes voluntarios es variada y representativa de la estructura social del país.

La mayoría son trabajadores no calificados, otros cuentan con una mediana formación académica, y en los últimos 20 años ha aumentado notoriamente la fuga de talentos.

Colombianos altamente calificados con formación universitaria en todos los campos del saber salen en busca de oportunidades de investigación y ampliación de sus conocimientos.  

Sin embargo, en días pasados, la directora de Colciencias afirmó que en Colombia no había fuga de cerebros. Esto es increíble y frustrante porque es precisamente esa Institución la que debería ocuparse del problema y procurar soluciones.

Seiscientos profesionales le respondieron desde el exterior; de manera contundente expresaron su inconformidad por las incongruentes declaraciones, describieron  la diáspora de científicos e investigadores colombianos,  recomendaron impulsar espacios para la ciencia y la investigación y crear un entorno favorable al retorno de los científicos pues la fuga de talentos constituye una pérdida para Colombia; la inversión en educación es siempre insuficiente y si parte de ella se extravía a través de la emigración hay una merma en el potencial científico del país y sin ciencia no hay desarrollo, como dice el científico Rodolfo Llinás: “Los países que no hacen ciencia son esclavos. Invertir en ciencia no es sólo conveniente, sino necesario”.  

 

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