La frase que en su discurso de posesión pronunciara el expresidente Cesar Gaviria Trujillo, hoy la podríamos parodiar, en el sentido que los avances que en materia tecnológica se lograron por causa de la pandemia, y que nos permitieron asomarnos al futuro, tales como las compras por internet, teletrabajo, pago virtual de facturas, clases virtuales, audiencias virtuales judiciales y extrajudiciales, etcétera, se esfumaran como por arte de magia, para dar paso a la nueva normalidad, que nos obliga nuevamente a salir de casa, a soportar nuevamente el caos vehicular, a hacer el trabajo de manera presencial, a las largas filas en los bancos, a mandar a nuestros hijos al colegio, a asistir físicamente a las audiencias judiciales, y tener que hojear los expedientes vetustos que se resisten a desaparecer para dar paso a los electrónicos.
El profesor Cesar Pompeyo Mendoza (q.e.p.d.), cuando estrenó la nueva sede del colegio Ateneo el Rosario, ubicado cerca de donde hoy funciona la Secretaría de Educación Municipal, en lugar de sentirse feliz, manifestó que hacer colegios era un gasto inoficioso, por lo que el futuro era la academia virtual. Y tenía razón por cuanto en Colombia se implementó el bachillerato por radio, que le dio la oportunidad a los jóvenes residentes en pueblos y veredas de cursar su bachillerato a distancia. Experimento que no tuvo continuidad, lamentablemente.
Las ofertas de especializaciones internacionales online, están a la orden del día, incluso nuestras universidades y colegios públicos y privados tienen implementada la virtualidad, pero insisto, todo ello tiende a convertirse en un sueño fugaz, porque la nueva realidad impone la presencialidad, dizque porque la virtualidad representa un “rezago académico”.
Si los colegios tienen o no las condiciones para la presencialidad plena es una nimiedad para el Ministerio de Educación, como también lo es la preservación de la salud, frente al hecho palmario de que la población estudiantil continúa sin la vacuna contra el coronavirus. (¡!)
Para este Gobierno, la economía es la prioridad ¡y punto! Los llamados derechos fundamentales como el de la vida, la salud que involucra el tema de la vacunación y la inmunidad del rebaño, son simples excusas para no retornar a la presencialidad (¡!). Razón tiene el médico José Romero Churio, cuando se muestra indignado con la Ley 100 de 1993 que hizo de la salud un negocio.
Nota de cierre: 1- Continúa Valledupar sin contar con el Hogar de Paso, situación que pone en inminente riesgo la garantía de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes. 2-¿Cuándo retornará la justicia a la presencialidad?
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