Hoy, con profundo dolor por la muerte del genial, Gabriel García Márquez, aprovecho el espacio de la columna para manifestarle infinita admiración y eterno respeto a su grandeza literaria que lo encumbró como el personaje más importante de Colombia.
Este inquieto y peregrino periodista, oriundo de Aracataca un pueblito humilde del norte de Colombia cercano a la Sierra Nevada de Santa Marta, con su fantástica novela “Cien años de soledad” se convirtió en uno de los más grandes literatos del mundo, comparable al inolvidable imaginario español, Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la maravillosa obra literaria “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, catalogada como el origen de la novela moderna de la literatura universal que, hasta ahora, sólo la Biblia, la supera en cantidad de ediciones y traducciones en otros idiomas.
Los colombianos admiradores de Gabo nos sentimos orgullosos de su magna obra, que le valió para obtener el Premio Nobel de Literatura en 1982, que también la han traducido a 35 idiomas diferentes y, además, incluida en la honrosa lista de los 100 mejores libros de todos los tiempos del universo. Nuestra vanagloria se enaltece mucho más con el detalle de que “El Ingenioso Don Quijote de la Mancha” fue publicado en el año 1605 y “Cien años de soledad” en 1967; es decir, 362 años después.
Quién sabe durante cuantos años más, Gabriel García Márquez, será el colombiano más famoso por el éxito logrado con sus obras literarias en las que narra magistralmente la idiosincrasia de la gente de su región, que ingeniosamente apodó ‘Macondo’, como testimonio de su vivencia de nuestro realismo mágico ancestral autóctono, que es lo que le da tanta importancia a su talento literario.
Sorprende que algunos por diferencias ideológicas no reconozcan la grandeza de Gabriel García Márquez. De veras nada justifica los insultos y censuras a tan prominente Nobel de Literatura, que como salvaguarda de su vida emigró a Méjico. La cordialidad de sus autoridades y de su gente lo cautivó tanto que no dudó en aceptarlo como su segunda patria.
El cariño de los mejicanos por Gabo lo corroboraron en el homenaje póstumo que le ofrecieron en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de Méjico. Grandioso como el monumental palacio. El ámbito especial donde las autoridades mejicanas agasajan a las personalidades más sobresalientes en las artes culturales. Que en 1987, la Unesco lo declaró monumento artístico.
PD: mi acompañamiento espiritual a mi amigo ‘Ñobe’, quien se encuentra hospitalizado delicado de salud. Lo mismo a su esposa la doctora, Meira Carrillo, a sus pequeños hijos y demás familiares. A Dios ruego por su total recuperación y muy pronto espero visitarlo en su casa. Amén.