La situación económica mundial se complica día a día, semana tras semana, con diversos acontecimientos que amenazan con generar una gran desaceleración e inclusive una aguda recesión, con graves repercusiones en materia de desempleo, pobreza y pérdida de bienestar, en todo del mundo.
El cuadro no podría ser más deprimente: hay problemas en los Estados Unidos, en Europa, en Asia. Y por el fenómeno de la globalización lo que ocurre en una parte del mundo tiene distintos efectos en otras partes, incluyendo a América Latina y – por supuesto- a Colombia.
Comencemos por mirar la situación del viejo continente. La Unión Europea desde hace varios meses pasa por su crisis más aguda: la situación de Grecia, Irlanda y Portugal, que afrontan una grave crisis fiscal, pone en riesgo la vigencia de la Unión Monetaria, en torno al Euro.
La situación de España y de Italia también es difícil; y todos, tarde o temprano, tendrán que tomarse la única medicina posible para estos casos: un drástico ajuste económico con reducción de salarios, puestos de trabajo y aumentos de impuestos. La austeridad es el nombre del amargo remedio.
El problema de fondo es que al acogerse a la Unión Monetaria todos estos países se comprometieron a aplicar una política fiscal austera, un gasto público controlado como proporción del PIB, según los tratados y convenios del proceso unitario. Sin embargo, muchos países, comenzando por Grecia, hicieron caso omiso de esos compromisos y dejaron crecer de manera imprudente el gasto oficial.
Al excederse en materia de política fiscal, y al haber renunciado a la política monetaria, en el momento de entrar a la unión, el margen de maniobra es muy poco y de allí los serios y complejos problemas de la economía europea. Sólo Alemania, Francia e Inglaterra, tienen la fuerza suficiente para apoyar, por medio de instituciones como el Banco Central Europeo, la financiación de los planes de emergencia para los países que hoy están en problemas.
El futuro de la unidad europea pasa por drásticos programas de ajuste que son los que están generando grandes manifestaciones de inconformismo en varias ciudades del viejo continente; adicionalmente, la economía de varios de estos países tiene costosos programas de seguridad social que les resta competitividad y limita las posibilidades de generar empleo. En últimas, se puede decir que es el modelo del Estado del bienestar lo que está en crisis por sus altos costos.
En Estados Unidos el problema tiene similitudes, pero también importantes diferencias. Igualmente, el origen del tema es el problema fiscal: el gobierno gasta más de lo que recibe, y para poder sostener ese gasto tiene que endeudarse con el resto del mundo, que hasta ahora tenía una gran confianza en la solidez de la economía de ese país.
El caso de los EE.UU tiene un alto matiz político, por cuanto los congresistas del Partido Republicano consideran que el ajuste debe darse sólo por el lado del gasto, sin tocar el tema de los impuestos y las múltiples exenciones – que tanto allá como acá- favorecen a algunos sectores ricos y poderosos.
El aumento del margen de deuda es sólo un paliativo, el tire y hale entre demócratas y republicanos ya le hizo un gran daño a la economía de EEUU y mundial. En efecto, la degradación de la deuda de Estados Unidos de AAA a AA, afectará la confianza del mundo financiero y generará múltiples consecuencias.
América Latina hoy está mejor preparada para afrontar la turbulencia económica y financiera que se avecina. Pero hay que estar alertas. Países como Colombia ahora se volverán más atractivo para la inversión, vendrán más dólares y se agravará el problema de la revaluación.
Una mayor revaluación significa menor competitividad de nuestras exportaciones y hace más atractivo importar, luego llegarán más artículos de la China y – en general- del resto del mundo, lo que afecta el empleo y la industria nacional. El país debe volver a mirar el mercado regional: América Latina, Venezuela, Perú, Ecuador, Brasil y Centroamérica, deben ser el Plan B en materia de comercio. Y adoptar medidas para afrontar la revaluación y amortiguar el efecto que esta tiene en materia de empleo. A pesar de la buena situación interna, la coyuntura externa le plantea serios retos a la política económica del gobierno del Presidente Santos, e implica, también, más austeridad y prudencia para los empresarios y las familias. Sin duda, se vienen tiempos difíciles para la economía mundial y Colombia no estará exenta de sus consecuencias.