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Colombia: manumisión o caos definitivo

Hace poco escuché un discurso pronunciado hace alrededor de 39 años por Luis Carlos Galán Sarmiento, un hombre político que se fue como disidente del partido Liberal para poner su nombre y la fuerza de su mocedad al servicio del pueblo como candidato por un partido que logró consolidar: ‘El nuevo liberalismo’.

Para esa época ya había en su discurso cierto tono de frustración por la forma como se venía manejando el ejercicio político.  Comparto apartes del discurso: “Colombia se encuentra en una de sus más graves crisis, una crisis de transcendencia histórica, que se percibe en todos los aspectos de la vida de nuestro pueblo; es una crisis que se expresa por ejemplo en el orden internacional, porque el pueblo colombiano ha perdido influencia en el conjunto de América Latina

La crisis aparece también en todos los sectores económicos, se percibe en el receso de la industria, en el estancamiento de la agricultura; en la parálisis de la construcción, se percibe en los propios recursos del Estado colombiano, en donde existe un déficit cuantioso sobre el cual el país no ha recibido información objetiva”

Cierro comillas aquí para decirles que este discurso fue en el año 1982; Galán gozaba de simpatía en un país convulsionado y era  candidato presidencial; a pesar de, las elecciones  en ese momento  las ganó  el señor Belisario Betancur Cuartas.

Pudiera perfectamente ser  una semblanza actual, sin quitarle una coma. Pero debo decirle a mis lectores que desde esa época hasta la nuestra, casi cuatro décadas después, seguimos hablando de déficit, de receso en los diferentes sectores. A este señor, Luis Carlos Galán Sarmiento, lo asesinaron el 18 de agosto de 1989. 

La historia nos reclama, nos insta a mirar muy de fondo los principios y valores;  nos pone su panorama desde aquella época hasta el momento y termina preguntando: ¿hasta cuándo? 

Lo del discurso de Luis Carlos Galán es un hecho histórico que nos sirve de pretexto  para que reaccionemos y nos demos cuenta que no avanzamos, cuarenta años y seguimos en la misma crisis. “En esencia se podría decir que vivimos una  gran crisis moral”: nada nuevo.

“Lo que se necesita ahora es una revolución electoral, para que no haya en Colombia una revolución violenta, es decir,  que la nación se ponga en pie, que todo colombiano comprenda la responsabilidad que tiene  en este momento, que la superación   de los retos y dificultadas que amenazan el destino de la nación no dependen  ni de un nombre, ni de un partido, sino de la nación entera que debe derrotar las maquinarias y camarillas que han perturbado el desempeño del Estado y del gobierno en el manejo de los distintos problemas nacionales… que el pueblo logre el poder, porque hoy no tiene el pueblo el poder”.

Seguimos soñando, sin querer despertar. Nada ha cambiado doctor Galán,  y peor aún, hemos ido perdiendo lo construido en materia de instituciones democráticas y la confianza en los partidos y los líderes actuales. Tristemente.   Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: