Por: José Gregorio Guerrero R.
Es la hora y no salgo del asombro al ver a las autoridades colombianas montar en una imagen la nariz de Sigifredo López, sobre la nariz de un miembro de las Farc, y sin temor de ninguna especie mostrárselo a un país que parece no pensar ni tener voluntad al hacerlo, sino que repiten como loros lo que dicen los medios regionales y nacionales (es su negocio vender información, pero el pueblo merece respeto). En mi opinión el hombre es inocente, él también estuvo secuestrado siete años, y fue victima del grupo terrorista.
Semana después sale el haz bajo la manga, el testigo Colmenares a decir lo que todo un país sospechaba, y narra de una forma detallada, paso a paso, con minucias capaz de describirla solo un observador directo de los hechos la manera como cinco atarbanes recontramatan al estudiante Guajiro. A Cárdenas seguramente lo condenarán con una pena alta. Pero incómoda ver las peripecias que hicieron para atrasar el proceso, por poco lo empantanan, porque fiscales, dueños de funerarias, testigos, alcaldesa, miembros de medicina legal se torcieron por billete; como todo en Colombia, cada quien tiene su precio, unos más caro que otros pero lo tienen.
A mi juicio Cárdenas es culpable, no demora en tirar al agua a los guachimanes que lo acompañaron.
Describo estos dos casos para llegar a una triste realidad: el país está lleno de Sigifredos(inocentes presos) y de Cárdenas (culpables, comprando conciencias a la troche y moche) esa es la doble moral que nos enrostran en el mundo entero, porque somos unos torcidos de miedo. Este casó porque fue muy sonado (pienso que algo grande hay de tras para darle tal repercusión) pero los que hoy pagan cana, son inocentes, y no tiene el poder para divulgarlo en ningún medio, ¿Qué será de ellos? ¡Que se pudran! Que infamia
No vamos lejos, aquí no más en Valledupar anda suelto más de un bandolero, y preso más de un pendejo que no tiene nada que ver con lo que lo acusan; eso sí que abundan, son caramelo repetido; y lo sabe todo mundo: la gente, la prensa, las autoridades, los niños, las viudas, los huérfanos y nadie dice nada por exceso de miedo y genuflexión o por amañamiento con el dinero que le han pagado para enterrar vivas a familia enteras.
Me atrevo a decir y no me pesa, que el pueblo con el mayor grado de doble moral y genuflexión somos nosotros los valduparenses, somos perversos; matamos y vamos al entierro a llorar con la viuda, dueños de velorio. Que lástima me da ver a inocentes purgando penas, y dentera a culpables sacando pecho a costa de sangre de familias valduparenses. No hay derecho.
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