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Colombia está cambiando

Por Luis Napoleón de Armas P.

Los grandes días están por venir, no los que anunciara López Michelsen, ni el futuro de Gaviria, ni el salto social de Samper, ni la paz de Pastrana, ni la cohesión social de Uribe, sino los que indican los últimos sucesos vividos por la Nación.

La saturación de los problemas sociales le ha dado una dinámica propia a las reivindicaciones y a la manera cómo ha de hacerse la política en Colombia, lo que nos permite decir que el punto de inflexión está cerca.

La ruptura doctrinaria institucional entre la Fiscalía, por un lado y la Contraloría y la Procuraduría por el otro,  son un síntoma evidente; las querellas entre las altas cortes nos hablan de un desajuste jurisdiccional; el desprestigio del Congreso ha tocado fondo; los partidos políticos están totalmente desteñidos e inmersos en la corrupción; los azules ya no mencionan a Caro y a Ospina,ahora están en las manos de Yepes Alzate; los liberales se olvidaron de “las canteras” de Uribe Uribe, de “a la carga” de Gaitán. Ambos se reciclan mediante el delfinato y las desgastadas castas jurásicas.

Los demás partidos oficialistas o no se esconden debajo de una sigla sin ningún contenido ideológico pero con una agenda comercial bien clara, que cambian en cada elección; U, PIN, son fachadas coyunturales sin trascendencia. Aquí tuvimos un grupo.

llamado G-8, en Cali hubo una banda llamada R-15. Muchos parlamentarios, mandatarios regionales y locales así como funcionarios de todos los niveles y estratos y hasta ex-presidentes, están cuestionados, presos y/o procesados;la dignidad ya se agotó.La línea de sucesión de la vieja casta política está agotada, no hay prospectos de respeto, ya hemos probado con todos y siempre los resultados han sido peores.

Parece que el grado de corrupción es proporcional a la gravedad de los problemas por solucionar. Hoy, el crimen paga. Ahora sí podremos decir: “las condiciones objetivas” llegaron, como decían los viejos mamertos.

Por eso, ya no se podrá vivir ni gobernar como antes, nuevas categorías se requieren, un nuevo modelo de democracia y de gobierno son urgentes, las cartas están servidas, un full de ases podría estar en manos de las mayorías desconocidas y escamoteadas por siglos; “el turno es de Raúl”, como dijo el poeta en el Brindis del Bohemio (no de Raúl Reyes, por supuesto).

Raúl son todos los sufragantes cuyo voto no saben a quién se lo dio la Registraduría por medio de encapuchados que filtran los registros electorales. Menos mal, ya se sabe qué es lo que la gente quiere.

 

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