El domingo pasado los colombianos quedamos aterrorizados con la desgarradora noticia del secuestro, violación y asesinato de la niña Yuliana Samboní en Bogotá y con las denuncias de corrupción pública presentadas en el programa ‘Séptimo Día’ de Caracol, en un especial llamado “Colombia Corrupta”.
Cuando examinamos estos casos de barbarie y corrupción en Colombia, siempre llegamos a la conclusión que estos delitos seguirán en aumento porque nuestro sistema penal oral acusatorio hace rato entró en crisis, las condenas son muy blandengues y nuestra “clase política” no es más que un club de políticos que juegan a repartirse el poder como si fuera un simple juego de “Monopoly”.
Si ponemos el espejo retrovisor, vemos que la mayoría de los condenados por corrupción pública en este país, terminaron pagando una tercera parte de sus condenas en casas fiscales o en las propias, con toda clase de lujos y beneficios. Así, sucedió con varios condenados por los escándalos de corrupción en el proceso 8.000, AIS, concesiones viales y Salucoop. Los que acaban de desfalcar a Reficar, el Fondo del Ahorro, la salud y la educación en Córdoba y el programa de alimentación escolar en La Guajira, lo hacen conscientes que con tantas rebajas de penas y beneficios judiciales, en tres años pueden estar libres disfrutando el dinero robado.
Para acabar con esta plaga basta que los colombianos impulsemos urgente un Referendo con dos de las diez recomendaciones que hizo el exprimer ministro de China, Wen Jaibao, a varios países latinoamericanos. En la entrevista concedida al periodista brasileño Joemir Beting, el exmandatario chino -considerado el estadista más poderoso del mundo-, señaló que el tema prioritario era hacer cambios inmediatos en la administración de cada país.
En Colombia, por ejemplo, estamos urgidos de implantar un castigo severo para los políticos corruptos. En China la corrupción probada es castigada con la pena de muerte y el retorno inmediato a las arcas públicas del dinero robado. Acá, con la cadena perpetua resolvemos el problema inmediatamente. Con ello, se infunde temor entre el resto de los políticos y funcionarios corruptos del país, evitando futuros desfalcos a las arcas públicas.
Según las cifras oficiales, este año la corrupción pública puede alcanzar los 23 billones de pesos. Si pudiéramos evitar estos saqueos a nuestras instituciones públicas, podríamos incrementar las inversiones en educación y transferencia de tecnología, y evitaríamos nuevas reformas tributarias. Dice Wen Jaibao, que la carga fiscal en nuestro país es exagerada, confiscatoria, injusta y desordenada, y si no tomamos una decisión rápida, las empresas no podrán competir en los mercados internacionales y el mercado interno local puede estancarse.
Otra recomendación importante, es la reducción al menos del 50 % del salario de los políticos y de la burocracia pública. En la China un Diputado cuesta menos del 10 % de lo que vale un congresista colombiano y la mayoría de los trámites ante las entidades públicas se realizan online. Acá para poder exportar un producto agropecuario, nos toca presentar 33 requerimientos en diez entidades públicas. Este exceso de burocracia obstruye, encarece e imposibilita la creación de nuevas empresas.
Cuanto anhelamos tener un Wen Jaibao colombiano, a ver si arreglamos esta Colombia corrupta.