“Es difícil componer una canción y ponerle el sentimiento que uno quiere, componerla con todito el corazón y buscarle una adecuada melodía, por eso es que yo hago esta composición, dedicada para Nicolas Elías quien nació fue pa sabé tocá acordeón y es la nota que emociona el alma mía”.
Hacen dieciséis años comenzó la inmortalidad del consagrado “Colacho” Mendoza, el aventajado caracolicero que sin más recursos que su talento y su acordeón llegó a Valledupar y al corazón de los amantes de la música vallenata para quedarse.
Este caballero discreto, serio con palabra de gallero, se hizo a pulso y a punta de notas de acordeón, tocando y cantando se hizo acreedor al afecto de las mas connotadas familias del viejo valle, y su trasegar en la música dejó una huella indeleble en la historia de la manifestación musical más emblemática del folclor colombiano.
Tuvo la virtud Nicolas Elías de haber comenzado como fiel alumno de la escuela musical de Luis Enrique Martínez y termino creando con esa base su propio estilo, donde se destacaba el perfecto juego armonioso entre los pitos y los bajos, las súbitas pausas y los inesperados arranques que le daban una gracia especial a sus adornadas notas, siempre llenas entre unas y otras.
Testimonio de su meteórica carrera en el arte que lo hizo grande e inolvidable es su prolífica producción discográfica entre 19 54 y el año 2003, son sus 55 acetatos de 78 revoluciones por minuto, 32 Long Play, y 5 CD, en algunas de esas producciones cantaba y tocaba, en otros trabajos discográficos acompañado en el canto por, Alberto Fernández, Armando Zabaleta, Isaac Carrillo, Carlos Lleras Araujo, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, Diomedes Diaz, Silvio Brito, Ivo Diaz, Adalberto Ariño y Rafael Santos.
Para el rey de reyes del Festival Vallenato nada fue fácil en la vida, por eso para hacerse conocer como musico y honrado desempeñó todos los oficios que se atravesaron en su camino, sin que nada interfiriera en su crecimiento musical y creativo, desde la siembra en los roserios como conductor de los Pavajeau, repartidor de leche, taxista y algodonero, su perseverancia lo llevo a alcanzar los máximos reconocimientos en el Festival Vallenato para lo cual no solo tuvo que vencer en tarima a sus colegas acordeoneros, sino convencer al jurado y enfrentar la gratuita animadversión de un publico manipulado y hostil que le cobraba injustamente con la incredulidad su cercana relación con la alta sociedad de la Ciudad de Los Santos Reyes, primero en 1969, el primer guajiro en ser coronado rey, y en 1987 cuando fue proclamado Rey de Reyes hasta hoy el único nacido en la península que lo ha logrado, fue un hombre grande, serio y respetuoso con la gente y con el vallenato tradicional, estuvo de moda en todos los tiempos, pero su gloria no se le subió a la cabeza, nunca perdió la humildad, algo inusual en un arte en el cual cualquier loquito madurado con periódico se enloquece, maltrata el vallenato y humilla a los demás, el tiempo termino dándole la razón a los jurados que dos veces lo eligieron como el mejor, en lo suyo no tiene reemplazo el tiempo ha sido su mejor juez.
Hoy recordamos su contestación a la canción “A un colega” que en 1981 le hizo Emilianito: “Qué me hago yo cuando se muera Emilianito, que se hará el cuando se muera Colacho, los acordeones sonaran muy bajitico, les garantizo, tienen que callar un rato…”. Colacho “Homenaje a Emilianito”.