Las investigaciones, estudios y toda clase de experimentos para mejorar la calidad de vida en nuestro medio, siempre deberán ser bien recibidas, por ello nos parece de suma importancia el análisis hecho por el Centro de Estudios Socioeconómicos Regionales, CESORE, sobre los niveles de pobreza en el Cesar y su capital Valledupar.
Lo más importante de la investigación del CESORE es que, además de hacer un diagnóstico de la situación de pobreza de la región, la cual es muy preocupante, plantea tres propuestas concretas para superar la crisis económica por la que atraviesa nuestro territorio local: reducción de la inflación, redistribución de ingresos y la implementación de una educación técnica pertinente para aumentar ingresos.
Pero, ¿de qué servirían los estudios y propuestas si no son tenidas en cuenta por quienes les corresponde adelantar acciones para garantizar el bienestar colectivo de nuestros habitantes?
Consideramos que estas tres líneas de acción que propone el CESORE podrían resultar muy viables para crear un desarrollo más equitativo y sostenido en la región. Por ejemplo, no se puede negar que la redistribución de ingresos es una necesidad urgente para cerrar la creciente brecha entre ricos y pobres. El Cesar ha sido una región que, a pesar de su riqueza en recursos naturales, sigue presentando altos índices de desigualdad. En ese sentido, se requiere que la gobernadora del departamento, los alcaldes, diputados, concejales y demás actores de la clase dirigente confluyan en buscar la forma de diseñar políticas tributarias más progresivas y programas sociales más efectivos que garanticen una distribución más justa de la riqueza.
En segundo orden, la propuesta de implementar una educación técnica pertinente para el aumento de ingresos va acorde con sectores con gran potencial en el Cesar como el turismo, la minería, la agroindustria y últimamente las energías renovables, pero que requieren mano de obra calificada. Por ello hay que preparar a nuestros jóvenes para que adquirieran habilidades que les abrirán las puertas a empleos mejor remunerados, lo que a su vez elevará los ingresos en los hogares. Las instituciones educativas deben alinearse con las demandas del sector productivo para formar a una generación preparada y con capacidad de contribuir al desarrollo económico de la región.
Y la tercera propuesta de reducir la inflación es a todas luces la ruta indicada para mitigar el impacto devastador que esta genera en los sectores más vulnerables de la población, al disminuir su capacidad adquisitiva. Esta propuesta del CESORE coincide con lo dicho en estas líneas en un reciente editorial, en el sentido de adoptar políticas que estimulen la producción local de alimentos y productos básicos, reduciendo así la dependencia de bienes importados que se ven afectados por la volatilidad del mercado internacional. Además, deben buscarse mecanismos que promuevan la estabilidad de precios y la reducción de costos en servicios esenciales como la energía, el transporte y los alimentos, que son los principales motores de la inflación en la región.
Entonces ¿por qué no ‘cogerle la caña’ al CESORE y atender sus recomendaciones mediante un trabajo de concertación en todos los niveles y ámbitos gubernamentales? Eso no solo ayuda a aliviar la pobreza, sino que también impulsaría el crecimiento económico al aumentar la capacidad de ingresos y de consumo de todas las familias, incluidas las de menores recursos económicos y que ansiosas están a la espera de mejores oportunidades. Señores gobernantes, ustedes tienen la palabra y la capacidad de decisión.