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¿Coaliciones o colisiones?

En Colombia el termómetro político está que arde. Ha pasado de todo y hemos pasado de las coaliciones a las colisiones. Era de esperarse. Es que el único motivo para que algunas existan es porque sin ellas, ninguno de sus candidatos tendría opción de algo; aclaro que aquí solo exceptuamos a Petro y a Gutiérrez. En cambio son la mejor alternativa para “no hacer el oso”, para que quien gane la consulta reciba apoyo de los que no y para que estos tengan trabajito después de quedar viendo un chispero al salir derrotados en las consultas del 13 de marzo.

Finalmente se conformaron 3 consultas: de izquierda a derecha, la del Pacto Histórico, la del Centro Esperanza y la del Equipo por Colombia. Analicemos cada una. 

De la primera no hay mucho qué decir. Existe por el simple hecho de hacerle el juego a Petro para hacerlo visible anticipadamente en la contienda electoral, para que al arrasar en la votación el 13 de marzo se genere un impacto mediático fuerte y para recibir la platica de la reposición de votos; mucha platica de nuestros impuestos. Es un verdadero negocio, nada más que eso. Hasta le dejaron el número 1 a Petro para enviar un mensaje claro. 

Luego aparecen Francia Márquez -lideresa social afro-, Camilo Romero -que con su voz debería dedicarse a narrar los partidos de la Selección Colombia-, Arelis Uriana -avalada por el MAIS, ni idea sobre quién es esta señora ni qué hace-, y Alfredo Saade -valduparense que según le dijo a EL PILÓN recientemente solo quiere ser vicepresidente-; creo que la aspiración de Alfredo  tendrá nombre de país europeo.

En resumen, este acuerdo está pegado con bóxer buscando derrotar a la derecha pero deberán sortear el escándalo de Piedad Córdoba que les afecta mucho.

Ahora hablemos de la coalición del Centro Esperanza. Sus egos y aspiraciones son tan fuertes que era fácil anticipar que haría implosión en cualquier momento. Ya se bajó de ese bus Íngrid Betancourt y Cristo, al ver que no tendría votos ni para ser concejal de Cúcuta, consiguió camello como el árbitro para sus peleas. Esta coalición aglutina al mayor de los Galán -que junto con su familia ha vivido del Estado colombiano por más de 30 años sin resultados para mostrar-, a Sergio Fajardo -que se diluye por su mensaje tímido y desabrido-, a Robledo -que no entiendo qué hace ahí si el tipo es comunista declarado y nunca ha presentado un proyecto de ley para cambiar la realidad colombiana-, a Carlos Amaya -que espera que por ser un boyacense orgulloso de la ruana lo apoyen el pueblo y el campesinado- y a Alejandro Gaviria -cuyos ojos desorbitados y pelos desordenados se encaminan a ser el fracaso santista de esta contienda-. En esta coalición pelean Gaviria y Fajardo porque los apoyan los mismos votantes timoratos y Amaya y los Galán por ver quién se apropia del discurso moral y ético. Para colmo de males, tendrán de senador a De la Calle, la versión masculina de “La Pobre Viejecita” de Rafael Pombo, que fue el vicepresidente del Bojote y del Cartel de Cali y que le entregó el país a la narcoguerrilla al doblegar la institucionalidad e invisibilizar a las víctimas para servir a los intereses de impunidad de las Farc. Qué belleza. Este acuerdo está pegado con babas.  

Y ahora hablemos de la última coalición, la del Equipo por Colombia. Esta la conforman Aydeé Lizarazo -senadora cristiana del Quindío-, Alex Char -que no asiste a los debates y ahora debe enfocarse en salvar su matrimonio-, David Barguil -congresista conservador que me genera algún interés-, Peñalosa -exalcalde de Bogotá y candidato presidencial eterno- y Federico Gutiérrez -exalcalde de Medellín inscrito por firmas-. Esta coalición que es más homogénea al tener política tradicional con maquinaria, voto de opinión y antecedentes de gestión pública con enfoque gerencial en algunos casos, ahora enfrenta temas duros como el escándalo Merlano-Char; pero sus desacuerdos, que seguro los tienen, los han manejado internamente, como debe ser. Cometieron un error que puede costarles caro: no abrirle las puertas a Óscar Iván Zuluaga; subestimaron el voto uribista que en muchos casos es serio y disciplinado. 

Pronto hablaremos de Zuluaga y de Rodolfo.

Por Jorge Eduardo Ávila

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