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Clamor por Besotes al presidente Petro

La construcción del embalse Besotes, porque sin agua no hay vida, debe ser el clamor al presidente Gustavo Petro, antes de que quede seca Valledupar, donde vendrá a inaugurar el Festival de la Leyenda Vallenata,  reto que debe asumir la dirigencia política del Cesar, independiente de que se haya ampliado en 172 mil hectáreas el territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta, en cumplimiento a la resolución 0136 de febrero de 2023, pero fundamentada en el gobierno  de Iván Duque. 

Si no hay voluntad política no se logra el objetivo del embalse, pero, “con o sin Besotes”, primero se debe recuperar la cuenca media y alta del río Guatapurí, fuente abastecedora de agua de Valledupar, ‘porque nada hacemos con construir el embalse, si perdemos la fábrica de agua que es la cuenca hídrica nevadina’, irracionalmente deforestada. -Si no recuperamos la cuenca no tenemos agua para llenar el embalse-. 

El juicioso análisis, contextualizado, lo hace el ingeniero sanjuanero, Heriberto Mendoza Vega, quien gerenció a Emdupar entre 1979 y 1985, cuando la empresa funcionó con superávit, para luego convertirse en la caja mayor de muchos alcaldes, hasta quedar intervenida, decisión que comparte, premisa que trajo a colación ante la apremiante necesidad de invertirle al río Guatapurí, considerando que hay recursos para hacerlo, provenientes del 1% de la tasa departamental y municipal que por ley se debe orientar específicamente a la recuperación de cuencas. 

Quien gerenció a Emdupar durante 6 años de manera ininterrumpida, no como ahora que ha tenido 6 gerentes en menos de 4 años, hizo las elucubraciones al paso de estudios sobredimensionados del embalse Besotes, megaobra de interés general que está por encima de cualquier modelo o sistema de gobierno, no siendo la excepción  el mandato popular de Gustavo Petro, enfocado en la transición energética y el equilibrio de la vida en el planeta. 

Caben las demandas que se quieran radicar ante la Corte Constitucional para que no sólo se socialice el tema a la luz de la democracia participativa, sino para que se sopese la vida y la consulta previa que debe proceder con las 4 etnias: arhuacos, kankuamos, koguis y wiwas, porque sin agua no se puede garantizar la existencia de los vallenatos y parcialmente de los habitantes del Área Metropolitana, como el caso del municipio de La Paz, tierra sin acueducto, pese a los billonarios recursos que se le han invertido. 

Bienvenida, pues, la nueva delimitación territorial de la Sierra Nevada de Santa Marta, que necesariamente le corresponde revisar a la Corte Constitucional, en lo que hoy es patrimonio de la humanidad por declaratoria de la Unesco, sin afectar el suministro de agua, la biodiversidad, sus ecosistemas y cuencas hídricas, la seguridad alimentaria, las oportunidades económicas y el patrimonio cultural y ancestral de los nativos. 

El territorio ampliado del ecosistema montañoso con jurisdicción en Valledupar y Pueblo Bello (Cesar), Santa Marta, Ciénaga, Fundación y Aracataca (Magdalena) y Dibulla (La Guajira), no debe ser pretexto como área protegida, para que se construya el embalse Besotes a la mayor brevedad, para almacenar agua en invierno, antes de que se agudice la carencia de suministro del líquido, que ya es patética en la era de las turbinas, así sea para extraer más aire que agua, porque el caudal no da para más, mientras crece desmesuradamente la ciudad.

Por  Miguel Aroca Yepes 

Categories: Columnista
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