“Las ciudades deben ser pensadas para los ciudadanos”, fue el concepto desarrollado en el encuentro de “Ciudades Inteligentes” (Smart Cities), en Barcelona.
¿Cómo se pueden mejorar los modelos de gobernanza y bienestar con el uso de las más modernas tecnologías para impulsar un desarrollo urbano novedoso y futurista?
Las impresionantes tecnologías disponibles, cada vez más potentes y versátiles y a precios cada vez más bajos, tienen que ser utilizadas para mejorar la vida en las ciudades y hacerlas más eficientes y controladas.
La dificultad es que estas tecnologías de la informática, videos y telecomunicaciones requieren decisiones de gobierno, en sus diferentes niveles, que aun no están coordinadas ni conocen la dimensión y la magnitud de los desarrollos que se pueden implementar.
Hay algo de miedo para adoptar los nuevos procesos tecnológicos y se abren más espacios a la eficacia del mercado y al sector privado para que pueda imponerlos, y los gobiernos, por su parte, no tienen soluciones pensadas en grande y con conocimiento y actitud de transformación. Seguro que el gran salto lo darán los nuevos líderes jóvenes quienes llegan con otro ‘chip mental’.
Tendrán que adoptarse soluciones adecuadas a las necesidades de cada territorio y a sus limitaciones presupuestales con orden y visión.
Es propio del sector privado impulsar el uso de estas tecnologías, pero se limitan a su entorno y no transciende al manejo de las ciudades que son las que pueden transformar la vida colectiva.
El manejo de gran información (Big data) tiene que cambiar los sistemas de entendimiento de lo público con plataformas tecnológicas de gran memoria que permitan tomar decisiones que respondan, con mayor precisión, a las necesidades.
Las ciudades deben invertir en sus sistemas de control y darle un uso apropiado a sus bases de datos que le permitan un desarrollo más seguro y eficiente.
Lo más significativo es la gran cantidad de información que se produce en el manejo de una ciudad. Los sistemas de computación permiten la recolección de grandes volúmenes de datos que puede convertirse, con mucha rapidez, en cifras digeribles para tomar decisiones más inteligentes.
El 88 % de la población ya tiene celulares. Las señales que emiten facilitan su ubicación y movilidad en todo momento, así, pueden dar información exacta de los flujos de turistas dentro de una ciudad, o estudios de los orígenes y destinos del transporte en un área metropolitana y, por lo tanto, sirven de base para el diseño de su sistema de transporte o de sus programas de turismo.
Los gobiernos tienen demasiada información y no saben cómo usarla porque no tienen los sistemas de computación adecuados que les permitan hacer los análisis, por tanto, esa información que es útil, se pierde.
La información manejada con herramientas digitales nos dará un mayor entendimiento y cooperación interna entre todos los equipos, disminución de trabajos y capacidad de reaccionar casi en tiempo real.
El gran reto es como se le da solución a cada problema del día a día mediante el uso de las más modernas tecnologías. El alumbrado público que anteriormente era únicamente una lámpara en cada poste puede tener ahora, a costos muy bajos, panel solar, cámaras, sensores, visores conectados vía internet a grandes tableros digitalizados que permiten anticipar comportamientos y construir toda la estructura pública.
Hay muchas limitaciones de presupuesto, especialmente en los países menos desarrollados, pero si sacan cuentas y beneficios, seguro optarán por convertirse en ciudades inteligentes.