En 1970 la distribución de la población urbana y rural era del 37 y 63 por ciento. En el año 2000 la distribución era de 53 y 47 por ciento respectivamente. Estudios sobre cambios demográficos del Banco Mundial y otras organizaciones interesadas en estos procesos, coinciden en estimar que para 2030 el 60 % de la población mundial vivirá en áreas urbanas. El aumento de la población mundial es una situación que preocupa a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), teniendo en cuenta la posible falta de capacidad de la agricultura para producir la cantidad de alimentos suficientes para sostener a la creciente población mundial.
Las preocupaciones alimentarias tienen relación directa con los factores definidos por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres y secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (UNISDR), en virtud de los problemas o riesgos que enfrentan las ciudades.
La UNISDR luego de efectuar el diagnostico cualitativo determinó que en las ciudades existen los siguientes factores de riesgos: El crecimiento de las poblaciones urbanas y su creciente densidad, la concentración de recursos y capacidades a nivel nacional, con falta de recursos fiscales, humanos y limitadas capacidades en el gobierno local, incluyendo mandatos poco definidos para la reducción del riesgo de desastres y la respuesta, débil gobernanza local y la pobre participación de los socios locales en la planificación y la gestión urbana, inadecuada gestión de los recursos hídricos, de los sistemas de alcantarillado y de los residuos sólidos, que son la causa de emergencias en materia de salud pública, inundaciones y deslizamientos, el declive de los ecosistemas debido a las actividades humanas como la construcción de carreteras, la contaminación, la recuperación de humedales y la extracción insostenible de recursos que ponen en peligro la capacidad de brindar servicios básicos como la regulación y la protección en caso de inundaciones, infraestructuras debilitadas y los estándares de construcción inseguros que pueden provocar el desplome de estructuras, los servicios de emergencia descoordinados, con la consiguiente disminución de la capacidad de respuesta rápida y del estado de preparación y los efectos negativos del cambio climático.
Al analizar los factores de riesgos definidos por la UNISDR, es inevitable advertir que Valledupar como otras ciudades de Colombia, conviven con los riesgos en referencia, por lo tanto, recibo con gran expectativa el quehacer de Aníbal Quiroz, secretario de Planeación, quien ha venido divulgando las experiencias compartidas en el Séptimo Foro Mundial de Ciudades Resilientes y Adaptación al Cambio Climático, desarrollado en Bonn, Alemania.
Los gobiernos de las ciudades con aspiraciones a ser resilientes deben considerar los siguientes aspectos: organización y la coordinación para comprender y reducir el riesgo de desastres con su respectivo presupuesto, definir análisis y evaluación del riesgo, invertir en infraestructura que reduzca el riesgo, evaluar la seguridad de las edificaciones e instalaciones del resorte gubernamental y mejórelas cuando sea necesario, aplicar y hacer cumplir reglamentos de construcción y principios para la planificación del uso del suelo, desarrollar programas educativos y de capacitación sobre la reducción del riesgo de desastres, tanto en los colegios como en las comunidades locales, proteger los ecosistemas y las zonas naturales de amortiguamiento, instalar sistemas de alerta temprana y desarrollar las capacidades para la gestión de emergencias en su ciudad, y realizar con regularidad simulacros en los cuales participen todos los habitantes.