El problema del empleo informal y las actividades de rebusque no solo indican que los colombianos, y entre ellos los vallenatos, tienen una gran capacidad de emprender para adquirir los bienes y servicios básicos para la vida diaria, también indica que el crecimiento económico está basado en la desigualdad.
Valledupar hoy está sobredimensionando el tamaño y sus nodos de comercio informal sobrepasando la añorada ‘Calle del Cesar’, inmortalizada en la canción de ‘Wicho’ Sánchez, donde una banda de músicos deambulaba por ésta. Hoy es un problema de espacio público por la cantidad de negocios ambulantes que ofrecen todo tipo de mercancías y servicios.
Preocupante que exista población joven que en muchos casos gozan de formación académica y que ante la falta de oportunidades en el mercado laboral formal, no encuentran otra alternativa distinta a la informalidad. Las últimas cifras DANE sobre mercado laboral en Valledupar ubican el nivel de desempleo en el 9.6%, mostrando un descenso de la anterior cifra del 10.1% de la población en capacidad y edad de trabajar. ¿Qué ocurre entonces cuando la ciudad se está llenando de nodos de comercio informal?
La carrera 23 en los barrios Los Fundadores hacia Garupal, la calle ancha del populoso barrio La Nevada y sitios puntuales de la calle 44, CDV en Sabanas del Valle y Villa Miriam y avenidas circundantes al mercado nuevo del barrio La Granja, muestran que el problema sobrepasó el perímetro histórico de la calle del Cesar, que entre otras cosas se expande hasta las puertas de la Gobernación del Cesar.
La adaptabilidad de estos negocios es sorprendente a tal punto que algunos se especializan en atender el público que se moviliza hacia el centro administrativo y comercial de la ciudad en el día y otros trabajan de noche en los sitios de mayor confluencia de barrios considerados populares. Este problema sumado al mototaxismo y otras manifestaciones propias de la informalidad (terminalitos, venta de gasolina venezolana) muestran que la ciudad crece y se expande, pero no genera empleo digno a las personas que lo solicitan, la demanda ha sobrepasado la oferta laboral y estos nodos crecen al lado del comercio formal, creando un conflicto por el espacio público y el pago de impuestos para los fondos municipales.
Puede existir una solución de mano dura hacia estas manifestaciones como muchas voces lo reclaman ¿pero sin una oferta sostenible de empleo o una ruta estratégica que genere dinámica empresarial en niveles de inversión prudentes? Sería como acelerar la estrechez económica que vive la ciudad y que se manifiesta en estos nodos de comercio informal.
Si bien es cierto que este problema es de índole nacional y la solución es compleja, se debe proponer un nuevo diálogo de ciudad para estimular sanamente este enorme potencial de empresarios que poseemos. Las autoridades, los gremios, la academia y las mismas comunidades, encabezadas por las Juntas de Acción Comunal, deben promover y motivar estos escenarios.