En Valledupar, todos en conjunto, nadie se escapa, particularmente sus dirigentes, aún no hemos comprendido que la ciudad ya no es de casitas de bahareque, sino un sistema en constante evolución. Por eso es recurrente la inobservancia de hechos que son tendencia mundial, relacionados con asuntos de carácter económico, social y cultural. Puntualmente, cambios en la generación de empleo, gestión empresarial, desarrollo tecnológico, uso de fuentes no convencionales de energía, entre otros. Ahora la gestión preactiva invoca como salvación el concepto descrestante de Economía Naranja. Insisto en lo descrestante, porque nos quedan debiendo el cómo.
Construir el futuro de la ciudad en medio de la avalancha de situaciones que nos muestra el presente, requiere de mucha seriedad y de esfuerzos decididos que conviden al territorio como objetivo, apartando las vanidades del gobernante de turno. Planificar a cuatro años está circunscrito a aspectos normativos, pero esa condición no debe estar por encima de la capacidad e inteligencia de los dirigentes que procuran gobernar en el territorio. El pensamiento idealista concibe especulación y solo tiene validación en el actuar de los seres humanos.
Por esta época reviven los discursos que combinan anhelos y controversias contra el actual alcalde. La gente recibe estas manifestaciones emotivas para participar del pugilato, es prácticamente obligatorio construir argumentos que permitan contar con habilidades para enfrentar al adversario, que tiene otras opciones o candidato. Este tipo de prácticas son comunes en este tiempo, por eso en el ejercicio del gobierno, el gobernante realiza ejercicios que le garanticen gobernabilidad, mientras paralelamente construye una hoja de ruta, para darle cumplimiento al marco legal que establece la forma de planificar.
Fíjense la paradoja, en reciente rendición de cuentas el Gobernador Franco Ovalle, expuso que la ejecución de su Plan de Desarrollo, iba en 87,30 por ciento, cifra relevante y muy representativa desde el punto de vista numérico, sin embargo, inconsecuente con la situación de desempleo y bajos ingresos comunicados por el DANE, registrados en informes recientes para Valledupar. La ejecución del Plan de Desarrollo no se acerca a la realidad, ni describe el matrimonio institucional logrado entre las administraciones departamental y municipal.
Los indicadores que miden la gestión habitualmente describen equivalencias entre el logro y el cierre de brechas, pero este no es el caso de Valledupar, donde la pobreza monetaria y Multidimensional evidencia comportamiento ascendente. Es obtuso restarle importancia a la ejecución de los planes y a las obras implementadas, sin embargo, los indicadores del ente encargado de las estadísticas en Colombia, encienden las alarmas, aclarando que no se están haciendo bien las cosas o las prioritarias. Construir Nación y Sociedad es para algunos una arenga revolucionaria, soslayando que es una necesidad perentoria, en la que está implícito el crecimiento y desarrollo de los pueblos, priorizando objetivos, haciendo seguimiento y control con enfoque de largo plazo.
@LuchoDiaz12