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Cigarrillos electrónicos: una adicción que puede producir enfermedades

Lucia Gelvez Cardona desde los 20 años comenzó a involucrarse en el mundo del tabaquismo. Al comenzar su segunda década de vida empezó a fumar, al principio, escondida de sus papás, tíos e incluso primos, también evitaba ser vista por docentes y el resto del personal del colegio donde estudiaba por miedo a generar polémica; se dirigía al parque cerca a su casa, un lugar que cotidianamente permanecía solo. Relata que, en un tiempo, sus padres comenzaron a sentir un olor a humo cada vez que ella se acercaba o llegaba a casa, hecho que hizo que un día sus progenitores la siguieran y fuera descubierta en pleno acto.

Luego del respectivo regaño y castigo, su mamá y papá no tuvieron otra opción que, aceptar el vicio que Lucia había adquirido en su vida. Una de las razones, ser mayor de edad. Fue así como duró más de 30 años siendo una amiga fiel del cigarrillo, fumándose entre caja y caja y media diaria, un gusto que le exigía sacar de sus bolsillos entre 4 a 5 mil pesos diarios. Pasó el tiempo y a sus 56 años el médico le informó que debía dejar de un lado el cigarrillo, luego de comenzar a sufrir problemas de asmas que con el tiempo se desarrolló en su sistema inmunológico.

Con el diagnóstico descubierto en Gelvez Cardona, no tuvo más remedio que dejar a un lado ese mal hábito que, por 36 años logró forjarse en su vida. Para contextualizar con qué intensidad lo hacía frecuentemente, traduciendo un viejo dicho: fumaba más que una mujer de la vida licenciosa privada de la libertad. “Yo tenía ceniceros por toda la casa, en cada rincón para que las cenizas no se regaran. Pero era desde que me levantaba, cuando cocinaba, veía televisión, en las tardes y antes de dormir yo era fume que fume”, expresó Lucia.

“Yo sabía que eso iba a ser difícil”, aseguró al momento de conocer la sugerencia del doctor, pues ya lo había adquirido como costumbre. Luego de un mes de haberse rehusado a fumar, sentía la ansiedad de un “último y ya” como ella comenta. Entre conversaciones con amigas, le comentó a la vecina por el proceso que pasaba a lo que esta, muy sutilmente le recomendó un cigarrillo electrónico. “Eso parece que estuvieras fumando pero no”, recuerda Lucia aquellas palabras.

Con esta inquietud, se dirigió al centro de Valledupar en busca de esta herramienta electrónica recargable y fue cuando, en el 2015, encontró una copia exacta a un cigarrillo normal siendo este, por el contrario, recargable. Invirtió 52.000 pesos en ese momento por el objeto.

¿En qué consiste?

El cigarrillo electrónico consta de un cartucho relleno de nicotina, aromas y otros químicos los cuales, producen una sensación mentolada que al inhalar absorbe estos compuestos y al expulsarlos emite humo, parecido al de un cigarrillo normal pero sin el olor particular que lo caracteriza. Esta experiencia le ha permitido a Lucia Gelves Cardona “sentir y calmar la sensación de fumar”.

REGULAN SU USO

Reportes difundidos y dados a conocer por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos, los denominados ‘vaporizadores’ o cigarrillos electrónicos son usados para que las personas experimenten la sensación de fumar, funcionando con una batería recargable. Desde la venta al mercado de estos dispositivos, el término ‘vapear’ ha tomado presencia en la sociedad.

Salud

Muchas campañas se han adelantado a través de las redes sociales para promocionar los cigarrillos electrónicos y reemplazarlos ante el tabaquismo. Pero, con el tiempo, se ha desprendido algunos riesgos que estos pueden ocasionar; cáncer y enfermedades cardiacas, una de ellas. El médico Estefani Pavón recalca que la decadencia de los vasos sanguíneos puede también ser ocasionada por los cigarrillos electrónicos, lo que hace vulnerables a personas para que sufran de infartos, problemas o derrames cerebrales y enfermedades arteriales en riñones y otros organismos.

“La neumonía también puede desarrollarse en el sistema inmunológico de las personas e incrementar el riesgo de que los paciente evolucionen problemas pulmonares por el hábito. De ese modo, aunque se piense que no están en riesgos de producir factores cancerígenos a nivel de boca, cuello, pulmón, estómago, esófago y otros” comentó Pavón.

 

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