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Choques temporales

MEDIO AMBIENTE

Por: Hernán Maestre Martínez*
Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse de Besotes sea una realidad, es agua para la vida en Valledupar, La Paz y San Diego.

Al leer el libro “Tiempo para la vida”, del filosofo y ensayista español Jorge Riechmann, encontramos reflexiones al cual obedece este escrito y título del mismo, debido a que nos pareció interesante hacerlo extensivo a nuestros asiduos y amables lectores.
Los tiempos del sistema industrial pueden chocar brutalmente con los tiempos de la biosfera. Así pensemos que grosso modo hicieron falta trescientos millones de años para capturar el carbono atmosférico que quedó depositado en los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas natural, mientras que las sociedades apenas están empleando trescientos años para devolverlo a la atmósfera, quemando los combustibles fósiles para obtener energía.
Se trata de un proceso de un millón de veces más rápido: un forzamiento brutal de los tiempos de la biósfera. Quizá no haya que sorprenderse de que desemboque en un cambio climático potencialmente catastrófico. Junto con el cambio climático, el mayor problema ecológico que estamos causando los seres humanos de la era industrial es, sin duda, la HECATOMBE DE LA BIODIVERSIDAD y también puede interpretarse en clave de choque temporal, en este caso, entre el rapidísimo ritmo de la destrucción de la diversidad genética y los larguísimos tiempos necesarios para que surja la misma.

A escala mundial, la pérdida de biodiversidad es dramática, se trata de una crisis global de la extinción de especies. La amenaza contra las selvas de los trópicos resulta especialmente preocupante, porque se estima que en ella se encuentran en sólo el 6% de la superficie terrestre la mitad de las especies vivas del planeta. Si continúan las actuales tasas de extinción, a mediados del siglo XXI podrían desaparecer entre uno y dos tercios de todas las especies vivas del planeta.
Las consecuencias de esta hecatombe son inimaginables, teniendo en cuenta que la biodiversidad la podemos catalogar como el “seguro de vida” de la vida. A mayor diversidad mayor capacidad de autoregulación del ecosistema, y por eso la diversidad es generadora de estabilidad. Una elevada biodiversidad permite a los ecosistemas responder a las perturbaciones, adaptarse a los cambios, hacer frente a las crisis. Los ecosistemas más simplificados son los más vulnerables. Muchos científicos, llevan más de tres decenios lanzando angustiados gritos de alarma. Para ellos, por muy terribles que nos resultaran algunas catástrofes en el plazo de unas pocas generaciones podrían ser superadas. El único proceso que está teniendo lugar  y que necesitará millones de años para ser corregido es la pérdida de la diversidad genética y de especies producida por la destrucción del hábitat natural. Con toda probabilidad, esta es la locura que nunca nos perdonarán nuestros descendientes.
Los ejemplos de choque temporal podrían multiplicarse: la capacidad de autodepuración de ríos, lagos y estuarios se ve desbordada por el rápido ritmo con que los colmamos de desechos.
En conclusión, estamos acostumbrados a ver los problemas de contaminación bajo una óptica espacial, vale decir, contaminación como acumulación de materia inadecuada en un lugar inadecuado, pero – en general- los problemas de contaminación pueden verse como problemas de choque temporal. Por una parte, la contaminación puede verse como un daño impuesto por las generaciones actuales del planeta a las generaciones futuras. Por otra parte, en el largo plazo y si no se exceden umbrales de irreversibilidad, prácticamente todo es biodegradable. Por eso la economía ecológica tiene una perspectiva interesante sobre los recursos naturales.

*Especialista en Gestión Ambiental

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