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Chimilaima, la vereda que se está quedando sin agua

Albercas artesanales secas por el desabastecimiento de agua.

El extenso verano y las altas temperaturas que azotan el departamento del Cesar agravaron los problemas de la vereda Chimilaima, jurisdicción del municipio de Bosconia.

Sus cerca de 200 habitantes no conocen el agua potable. En cambio, pozos artesanales y jagüeyes proveen el valioso líquido para el uso humano y agrícola, pero después de meses sin lluvias empezaron a secarse.

El campo es el principal generador de dinero y trabajos en Chimilaima. La vereda cubre alrededor de 1.630 hectáreas divididas en 51 parcelas; 30 corresponden a la jurisdicción de Valledupar, y 21, al municipio de Bosconia. Ante la falta de lluvia y riego, la sequía que se extendió casi 8 meses destruyó siembras y cultivos, forzando a los campesinos a depender económicamente de la venta de animales caseros.

El presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda, Hermes Mejía, ha recorrido las oficinas de las autoridades municipales y departamentales en busca de soluciones.

Para abril de 2015, la pasada administración municipal de Bosconia contrató con la empresa C&P Consultoría y Perforaciones Ltda para hallar nuevos acuíferos. Los contratistas marcaron una posible zona de captación de agua subterránea, pero a 2018 no se ha empezado a taladrar el pozo. “Desde hace 3 años tenemos esos documentos pero ni la gobernación ni el municipio han gestionado”, comentó Hermes Mejía.

El actual alcalde de Bosconia, Juan Aarón Rivero, no ha iniciado la gestión del nuevo acuífero. Según el líder comunal, desde la Alcaldía solo se prestó el carro de bomberos para transportar agua a los animales. Por parte de la Gobernación, la coordinadora de Gestión del Riesgo de Desastres departamental, María José Paéz, manifestó que “seguramente la semana entrante cuando se contrate a los conductores podrá llevarse el agua en carrotanques”. En referencia a los estudios detalló que primero deben analizarse, conseguir el aval ambiental y el presupuesto. El proceso para empezar a construir podría durar alrededor de tres meses.

De las 51 parcelas, 10 no cuentan con pozos artesanales. Para cubrir la necesidad, construyeron pequeños jagüeyes disminuidos por la falta de lluvia. Con la misma agua gruesa y verde donde toman los animales sobreviven familias de la zona rural.

Con el anuncio del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, de la posibilidad que el fenómeno del niño aparezca a finales del presente año, el temor de los pobladores es terminar en el punto que no quede una gota de agua en los pozos y jagüeyes para beber y alimentar a los animales. “Queremos evitar que llegue la hora cero y colapsar”, concluyó el líder comunitario.

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