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Charly García la hizo boja en Colombia

Algún día ─como cualquier otro─ después de escuchar una tanda de vallenatos, pasé a rock argentino. Una transición bien extraña, pero así fue. Estaba en Medellín y escuchaba canciones de Gustavo Cerati. Encendí un cigarrillo para sintonizarme con esos ritmos y letras. El humo parecía crespos que ascendían y se desaparecían en el aire. Se parecía un poco a mi cabello. Que también era crespo. Y el de Cerati.

Me topé con un video en Youtube. Un concierto donde estaba Cerati y Fito Páez. Cantaron a dúo la canción Puente de Cerati y me quedé enganchado. Luego pararon y comenzaron a sonar las guitarras eléctricas y la batería con un ritmo que no había escuchado antes. Sonaba bien para mí. Aparecía en la pantalla y en la tarima un músico. Pensé que era otro guitarrista. Hasta que comenzó a cantar.

Por qué no vienes hasta mí/Por qué no puedo amarte/Por qué no vienes hasta mí/Por qué no cambias como el sol/Me siento solo y confundido a la vez/Los analistas no podrán entender/Ya no se bien qué decir/Ya no sé más qué hacer/Todo el mundo loco y yo sin poderte ver.

La canción era Cerca de la Revolución. Y el que la cantaba Carlos Alberto García o ─para no alargar tanto─ Charly García. Estaban cantando juntos tres de los más grandes rockeros que ha parido Argentina. Bendita Argentina. Charly nació en Buenos Aires. Por algo Martín Caparrós dice que esta ciudad es la Europa de América Latina.

Pues Charly también es considerado algo parecido. El rockero más grande de Latinoamérica. Y ese nombre no le pesa con los 29 álbumes de estudio que ha grabado. Fue a Medellín en 1989, pero yo ni siquiera había nacido. Ya había pasado por las bandas Sui Generis (1969), La Máquina de Hacer Pájaros (1975) y Serú Girán (1978). Estaba como solista y tocó en La Plaza de Toros La Macarena. El concierto fue un éxito y una locura.

─Estaba tocando con una guitarra blanca, tenía puesta la camiseta del Atlético Nacional que había jugado ese día. Termina la canción, agarra la guitarra y la tira al público─ cuenta el escritor y locutor musical Manolo Bellon.

Luego de la presentación fueron a donde estaban hospedados. En la suite del Hotel Nutibara. Charly no aparecía por ningún lado. El equipo que lo acompañaba en ese concierto salió a buscarlo por el centro de Medellín y no lo encontraban. Al día siguiente se presentaba en Bogotá y salían temprano para el aeropuerto. Resultó en un bar tocando con una banda de rock de la ciudad. Lo llevaron al hotel y Charly no se quería acostar.

─Se quedaron en el primer piso de la suite y amanecieron ahí echando chácara y otras cosas. Nosotros nos levantamos como a las seis de la mañana porque teníamos que salir al aeropuerto y oigo voces. Bajo y estos locos ahí con par botellas de sello negro─ continua la historia Manolo Bellon.

Charly no quería irse a Bogotá. En Medellín se sentía bien. Discutió con su equipo y finalmente accedió. En el avión durmió un poco. Esa noche los esperaba Bogotá en la Plaza de Toros Santamaría y la locura también.

En La Santamaría todo estuvo bien. Excepto por la lluvia. Había un techo de plástico improvisado y se formaron pozos de agua. Los organizadores estaban con escobas sacando tratando de solucionar el problema. Charly terminó su presentación y público lo ovacionó. Su presentación no terminaba ahí. Seguía en la discoteca Keops. Allá la gente también  ovacionaba a Charly. Se bajó del carro con chanclas y bata de baño de hotel. Entró y pateó los instrumentos. Ahí mismo salió y se fue a caminar por la calle 11.

─Nano Pombo, el dueño de la discoteca, cogió una patrulla de la policía y les dijo que fueran detrás de Charly. Como a la cuadra y media lo alcanza. Nano le quita el arma al policía, así como se lo estoy contando. Le apuntó y le dijo que se devolviera a la discoteca a cumplir con el show. Charly se asustó y se regresó. Cantó tres canciones de Los Beatles y se fue─ cuenta el organizador de eventos Julio Correal.

Charly se fue al hotel. Julio y Nano se quedaron la discoteca. A Julio lo llamaron a las tres de la mañana. Era por Charly que había sacado el hacha de emergencias y con ella arrancó el tapete del piso. Julio lo dejó tres días encerrado el hotel. Solo podía entrar comida y bebidas no alcohólicas. Al siguiente día tenían concierto en Manizales. Lo cancelaron.

Ese año había lanzado su quinto disco como solista. Se llamó Cómo conseguir Chicas. La canción más sonda fue Fanky. Canción que ya había escuchado en mi exploración por la música del flaco argentino.

No voy a parar/Yo no tengo dudas/No voy a bajar/Déjalo que suba/Gozar, es tan parecido al amor/Gozar es tan diferente al dolor.

Yo seguía en Medellín, en una noche distinta a la de Cahrly, pero con el mismo video.

Cerca de la revolución/El pueblo pide sangre/Cerca de la revolución/Estoy cantando esta canción.

Cerca de la revolución también al grabó Mercedes Sosa. La cantante protesta que fue pareja amorosa de Charly. Él la grabó en 1984, en el álbum Piano Bar. Sigue el video. Está la cantando esa canción y se quita la guitarra. Ahora va hasta el piano y lo toca. Lo han considerado el Chopin latinoamericano ─incluso─ por su ejecución en el piano. Pasaba horas enteras dedicadas a interpretar a Mozart y Chopin.

A Charly nadie me lo recomendó. Nadie me dijo nada sobre él. Lo encontré en ese video. O quizá su música me encontró a mí. Sus locuras también. Él estaba cerca de la revolución. Una revolución interior. Una batalla consigo mismo. Quizá por eso desde entonces no lo he dejado de escuchar. Cuando lo conocí también estaba cerca de la revolución.

Por: Alberto González Martínez

Categories: Crónica
Colaboraciones EL PILON: