Justo cuando el país camina por una senda de implementación del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc, para tratar de cerrar esa brecha de violencia y llevar a los libros de historia el dolor de las víctimas y los saldos de una guerra de más de cincuenta años, en el departamento del Cesar se aviva una puja por una oficina en la que reposan las voces de ese capítulo infausto en este territorio.
El revuelo, ya nacional, que incluso fue portada del diario capitalino El Espectador, se originó en el momento que la directora de la Biblioteca Departamental ‘Rafael Carrillo Luquez’ le notificó al Centro de Memoria del Conflicto del Cesar que debían salir del pequeño espacio que hoy ocupan en esta edificación. Las voces de asombro y de rechazo no se hicieron esperar y los pronunciamientos fueron tan alarmantes que se convirtió en noticia nacional. ¿Por qué dejar en el aire a la memoria del conflicto del Cesar? ¿Acaso no merece un sitio especial, de donde no lo saque nadie?
El Centro de Memoria del Conflicto es el resultado de un proyecto entre la Gobernación del Cesar y el Ministerio de Justicia, no es un negocio que lucra a nadie ni tampoco es un peso que nadie pueda cargar. Por eso, en el año 2012 se firmó este convenio que permitió recoger las historias, más de 520 documentos, entre libros, vídeos, cartillas e informes institucionales, además han recopilado cerca de 50 iniciativa de memoria que han realizado las mismas víctimas y tienen un inventario de 3.232 noticias publicadas entre 1996 y 2007. Qué riqueza histórica. Esto es lo que desde el lunes 30 de enero quedará en el aire, en la calle, si se cumple la orden perentoria de desalojar la sala que ahora ocupa el Centro.
El defensor del Pueblo del Cesar, Omar Contreras, tiene razón en el oficio que le envió al gobernador Francisco Ovalle, en el que le alerta que sin unas instalaciones adecuadas, todo el acervo documental y bibliográfico conservado en el lugar, corre el riesgo de deteriorarse o extraviarse. Por eso le plantea que de no ser posible reversar el desalojo de la biblioteca, se facilite otro sitio para no perder lo avanzando con el Centro de Memoria que se ha convertido en parte del patrimonio cultural y sobreviviente del Cesar.
Esperamos que haya respuesta al respecto, que se acabe la indiferencia que existe entre las autoridades y la academia con los asuntos relacionados con el postconflicto, en este caso con la memoria del conflicto del Cesar. Es irónico que primero se pronuncien a nivel nacional y aquí nadie diga nada. Que se van, que se quedan, que le tienen un mejor sitio, pero que digan algo.
El departamento no puede dejar sus vivencias en el aire y el mejor sitio donde puede reposar todo el trabajo de documentación que han realizado los investigadores del Centro de Memoria del Conflicto es en una Biblioteca, en este caso en la ‘Rafael Carrillo Luquez’, el filósofo atanquero, inspirador de su nombre, estaría satisfecho de que así fuera.