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El Cesar como destino para inmigrantes

Cansada y desesperada de la difícil situación económica que afronta Venezuela, Dianis Acosta, quien es de República Dominicana, pero que llevaba más de 15 años de vivir en Maracaibo, decidió desprenderse de su seno familia y radicarse en Valledupar, al norte de Colombia, con la ilusión de buscar nuevas ofertas de empleo que le permitieran solventar la obligación con sus tres hijos y su mamá.

Fue así como llegó hace dos años a la capital del Cesar para ejercer sus conocimientos como estilista integral. “Una amiga me dijo vamos a ver cómo es el mercado en Colombia y vine a parar en Valledupar, descubriendo que la belleza aquí tiene un potencial muy alto. Gracias a Dios mi trabajo ha tenido aceptación”, acotó.

Su creatividad, estilo, calidad y esmero en su oficio la llevaron a una reconocida peluquería de la ciudad, donde es la experta en colorimetría, maquillaje y peinados, maquillaje para ocasiones especiales y extensión de uñas.

“En la frontera me dan permiso por 90 días, por lo que viajo constantemente a Venezuela a ver a mis pequeños, luego regreso, renuevo el permiso y sigo trabajando. Aún no tengo cédula porque se me ha hecho complicado realizar los trámites por los horarios laborales que manejo. Aunque en Venezuela hay trabajo, los cobres (la plata) no rinden igual, porque al cambio los pesos que llevo me dan bastantes bolívares. Estar lejos de los suyos es complicado, pero uno en la vida comprende que para cumplir ciertas metas hay que sacrificar ciertas cosas”, aseveró Acosta.
Así como Dianis, muchos extranjeros han tomado la opción de establecerse en el departamento.

Prueba de ello son las 193 personas de otros países que se registran en la base de Migración Colombia en calidad de residentes, de los cuales 49 son de Ecuador, 36 de Venezuela, 16 de China, 16 de España, 14 del Líbano, 9 de Cuba, 7 de Argentina, 5 de Perú, 4 de México y 37 de otras nacionalidades.

“Es importante resaltar que en Cesar viven además un gran número de extranjeros de varias nacionalidades con visas temporales, que es una población flotante; es decir, generalmente llegan al país a ejercer una labor y luego se regresan a su país de origen, por lo que la información suministrada es de los extranjeros que registraron visa en el centro facilitador de Valledupar, desconociendo la cifra que aún se encuentre con residencia habitual”, explicó el director Migración Regional Guajira – Cesar, Miguel Enrique Romo Barreto.

Los extranjeros con visas temporales son 422, los cuales se distribuyen así: 107 venezolanos, 41 estadounidense, 39 españoles, 24 peruanos, 20 ecuatorianos, 18 italianos, 16 argentinos, 13 franceses, 13 canadienses, 10 mexicanos, 10 chinos, 12 brasileños y 99 de otras procedencias, como de Salvador, Dinamarca, Rumanía y Alemania, entre otras nacionalidades.

De esta cifra se evidencia el alto número de venezolanos que han encontrado en la región un lugar ideal para laborar y girar dinero a su familia. Situación contraria a otros tiempos donde los colombianos iban a Venezuela a probar suerte y se quedaban al percibir que el cambio de bolívares representaban más ganancias en pesos.

“La crisis económica de Venezuela, y otras causas como lo es, el desabastecimiento, desempleo, inseguridad, la devaluación del bolívar, entre otras, han incidido de manera directa, en los altos flujos de migrantes de nacionalidad venezolana, que ingresan al país de manera regular y otros que lo hacen a través de las numerosas trochas que tiene el sector fronterizo de la Guajira Colombiana y Venezolana, evadiendo el Puesto de Control Migratorio de Paraguachón- La Guajira”, explicó Romo Barreto.

Además indicó que la mayoría de los venezolanos ingresan a Colombia para mejorar su calidad de vida.

“En cuanto al nivel educativo de estos inmigrantes, en la mayorías de los casos se constituyen personas con niveles de escolaridad, primaria y secundaria, los cuales se dedican a desarrollar actividades de comercio informal de productos de la canasta familiar, en zona de frontera de La Guajira, otro grupo se dedican a labores de albañilería y trabajo doméstico, y con relación a los profesionales generalmente médicos y afines son empleados en clínicas y hospitales en los departamentos de la Costa”, agregó el funcionario.

En sus voces
Roberto Gutiérrez es un venezolano que llegó hace un año a Valledupar al percibir la escasez de alimentos y las dificultades que existían en su país; en el Cesar encontró opciones diferentes y más rentables para sostener a su niño de tres años y a su esposa.

Él se aventuró a viajar a una tierra desconocida, con la sola referencia de amigos y familiares lejanos que prometieron contactarlo con algunas empresas. Aunque es titulado como ingeniero de sistemas, en un principio le tocó hacer oficios diferentes a su profesión; fue mesero y barman. En la actualidad maneja la informática de una empresa de la capital del Cesar, con un salario que le permite tener una buena alimentación, vivienda y girarle mensualmente a su pareja.

“Por lo general mando 200 mil pesos, que con el cambio se vuelven cerca de 70 mil bolívares fuertes”, indicó.

Como él EL PILÓN encontró a otro venezolano, a Manuel Morán, que trabaja como publicista en Valledupar y también contó parte de su historia.

“En Maracaibo y el resto de mi país resulta caótico conseguir pañales, comida, leche. Mi esposa es de Colombia y vi en esta ciudad una opción para salir y probar suerte. Le he cogido mucho cariño al Valle porque la gente se ha portado bien conmigo, aquí todo queda cerca y es una ciudad que está creciendo comercialmente”, manifestó el inmigrante, que por ser esposo de una mujer colombiana logró la visa de residente, la cual le ha permitido conseguir empleos con más facilidad que cuando era un indocumentado.

Manuel añora visitar a la familia que tiene en su país (mamá, abuelos, sobrinos y hermanos) porque desde que cerraron la frontera no ha ido más, puesto que considera que viajar por las trochas de la frontera es muy peligroso. Sin embargo, siempre vela por ellos. Es así como le gira mensualmente a su progenitora entre 80 a 100 mil pesos, que al cambio da cerca de 30 millones de bolívares, 37 mil bolívares fuertes.

“El dinero aquí rinde más; es del cielo a la tierra. Allá (en Venezuela) con un millón de pesos no compro un pantalón, aquí poco a poco uno puede obtener sus cosas, sobre todo para los paisanos solteros”, aseguró.

Entre tanto, el caraqueño Xavier Marcano dijo que decidió aventurarse a Colombia cansado de la situación que afronta su país y porque su esposa colombiana tenía siete años de no visitar su tierra.

“En Venezuela las cosas no son fáciles. No hay comida, papel, Colgate ni medicinas; las empresas la están cerrando”, rememoró el joven que cursó hasta noveno grado, pero fue ayudante de periódico por 12 años y hoy en día se desempeña como prensista.

Asegura que el proceso de adaptación no fue fácil, puesto que su esposa se fue para Montería y le tocó solo asumir el nuevo reto. “Al principio me tocaba comprar las comidas, lo cual me salía más caro. En el poco tiempo que llevo ya me he hecho a mis cosas; he arrendado un apartamento, ya tengo nevera, cama y estufa. Con lo que gano le mando a mi mamá 100 mil pesos mensuales, que son como 35 millones de bolívares (35 mil bolívares fuertes). Aquí con 100 mil pesos puedes comprar una licuadora o un par de zapatos, allá para comer todo es caro”, señaló.

El diseñador gráfico Miguel Gómez, quien es oriundo de Caracas, aseguró que se vino para Colombia porque estaba en contra de las políticas de Nicolás Maduro, porque ha permitido que la ciudadanía tenga que madrugar y haga colas inmensas para conseguir un producto de la canasta familiar, y quien implementó la medida de regulación, que consiste hacer compras según los últimos dígitos de la cédula.

“Allá un solo trabajo no basta. Hay que hacer malabares para conseguir los reales (el dinero) y los alimentos. Decidí venirme para tener una mejor calidad de vida”, argumentó.

Agregó que “hace un año llegué a la capital del Cesar como turista, caminé la ciudad y repartí hojas de vida en empresas que pensaba podría trabajar; afortunadamente me llamaron en una de esas. Tenía papeles de turistas por 90 días, luego pedí un plazo más y me lo extendieron por 90 días más, al final conseguí la visa de trabajo”.

Para recordar
Desde agosto del 2015 el gobierno de Nicolás Maduro cerró la frontera colombo-venezolana, argumentando que buscaba “restablecer el orden, la paz, la tranquilidad y la justicia”.

Según los datos de Migración Colombia, los extranjeros residentes que viven en el Cesar en su mayoría son conyugues de ciudadanos colombianos, por tanto la labor principal es el hogar, solo una cifra reducida se dedica a labores lucrativas.

Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN

 

 

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