A propósito del mes de los niños, hay un tema medio suelto, del cual poco se habla y es el de las técnicas de reproducción asistida, es decir, del método científico para que llegue la cigüeña a muchos hogares.
Gracias a los avances de la ciencia, especialmente al de la biotecnología hoy las técnicas de fecundación asistida no solo son una realidad en los países desarrollados, sino también en nuestro país que no ha sido ajeno a este boom científico, lo cual ha generado una gran demanda y una oferta de posibilidades técnicas accesibles a quienes sufren de infertilidad y ven frustrados sus deseos de concebir y tener hijos; incluso un tema que ya fue analizado por la Corte Constitucional, que ha considerado que las técnicas de reproducción asistida han surgido con el propósito de remediar la esterilidad humana y tener una familia, tal como lo prevé la Carta Política.
Hasta aquí el tema no parece generar mayor controversia; lo caótico del asunto, es que en Colombia no existe reglamentación legal sobre la reproducción asistida, pues nuestro legislador ha guardado silencio al respecto, dado que las iniciativas que se han llevado al Congreso de la Republica no han encontrado respaldo mayoritario; no obstante, que es obligación del Estado fijar límites a la posibilidad de fecundación en laboratorio y de creación de seres humanos, fijando unas condiciones bioéticas mínimas que aseguren en lo posible tanto a los galenos como a los futuros padres deberes y responsabilidades tanto en el procedimiento de manipulación embrionaria, como frente a los derechos de los bebes por nacer; así mismo, regular aspectos tales como: tipo de contrato para realizar el procedimiento, habilitación de centros médicos especiales para realizar programas de fertilidad, condicionamiento legal y ético para donantes, establecer edad mínima y máxima para la mujer usuaria de la técnica de reproducción, exigencia tanto para la mujer como para el hombre de pruebas médicas y sicológicas que acrediten su buen estado de salud y plenas capacidades para hacerlo, regular el uso de óvulos o espermas post mortem, limitar la posibilidad de mantener congelados los embriones hasta cierto tiempo, etc.
Ahora no debemos perder de vista que quienes acuden a este método lo hacen motivados por el deseo de dar una nueva vida y alcanzar la felicidad de tener un hijo, ya que por alteraciones de la misma naturaleza se les ha negado tal derecho, encontrando en la biomedicina una alternativa que permite alcanzar ese sueño; pero de ninguna manera puede este acto médico-científico, seguir a la deriva y a merced de los genetistas, pensando que los centros de fertilidad que hoy funcionan en el país son simplemente una fábrica para confeccionar bebes por encargo, es por ello que con urgencia se necesita de una reglamentación seria y concreta porque de lo contrario estos procedimientos sin control y vigilancia constituyen un serio atentado contra la dignidad humana, esto si ahondar en temas que dan lugar a la experimentación en humanos, como la manipulación de genes, clonación y alteración de genotipos.