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Censura al facilismo que corrompe y degenera

La humanidad siempre ha peleado entre sí por diversos intereses, entre los cuales ha prevalecido la lucha por la obtención de riquezas y la rivalidad por la tenencia del poder gubernamental. Tales intereses son frecuentes en los países subdesarrollados, donde la población desvalida es la que más sufre las consecuencias de la codicia de quienes lideran la función y gestión estatal en alianza con empresarios oportunistas, aparentadores de filantropía.

Vergonzoso que nuestro país sea paradigma tan evidente de tal situación que, desafortunadamente, ha sido sostenida durante casi 200 años bajo régimen presidencial administrado a través de falaz democracia, en la que predomina la corrupción de un clientelismo egoísta inescrupuloso, que no le importa de donde provenga el lucro, ya sea del erario o de cualquier actividad delictiva, que en nuestro país las más rentables son el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando y conciertos para delinquir. De veras, es muy vergonzante que en nuestro país el dinero esté por encima de todos los valores y principios morales.

En Perú y Brasil por los sobornos de Odebrecht han renunciado y sustituidos presidentes, también están exiliados y encarcelados expresidentes. En nuestro país, en coimas dicha empresa repartió 50 millones de dólares y ningún funcionario de altísimo nivel se encuentra preso, para colmo de la desvergüenza, quienes nos gobiernan pusieron como Fiscal de la Nación al principal asesor jurídico del grupo financiero Aval, socio de Odebrecht en nuestro país y a pesar del descomunal escándalo seguirá protegiendo los intereses del consorcio Aval, cuyo mayor propietario, Luis Sarmiento Angulo, es la persona más rica de nuestro país y, por ende, tiene gran ascendencia sobre la dirigencia política y altos funcionarios del gobierno colombiano, duele aceptarlo, pero es la realidad monda y lironda, porque por su enorme poder nadie se atreve ni siquiera a poner en duda su rimbombante honorabilidad.

Afortunadamente, en nuestro país no toda su gente se hace célebre por acciones deshonestas. Una representante de estas personas es Caterine Ibargüen, a quien antier en la ciudad de Mónaco, Alberto II su príncipe soberano, en ceremonia de gala le entregó el premio como la mejor atleta del mundo del año 2018, reconocimiento otorgado por la IAAF –International Association of Athletics Federations? en español conocida como la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo.

El pueblo colombiano se siente orgulloso de las victorias obtenidas por la atleta Caterine Ibargüen, asimismo es el sentimiento por los logros de otros colombianos arquetipos de superación y tenacidad, pero también censura a los proclives al facilismo que corrompe y degenera.

Por José Romero Churio

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