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¡Cenemos ‘Fico’!

Después de los rosquetes con suero costeño del desayuno y del chivo guisado con jugo de corozo al almuerzo, nos corresponde sentarnos con Federico Gutiérrez, a eso de las 8 de la noche, para cenar. ¿El menú? Unas deliciosas salchipapas, como sólo saben prepararlas en el Valle de Upar. 

Es el momento de hacer énfasis en 3 temas que nombramos en las 2 comidas -columnas- previas: fortalecimiento de la institucionalidad, inversión social -ambos muy relacionados- y la despolitización de la justicia. Por eso le diría a ‘Fico’…

Que la institucionalidad hay que protegerla. La Constitución de 1991 y los principios que la inspiraron siguen vigentes, hay que defenderlos y especialmente, cumplirlos. Colombia es un estado social de derecho y esa declaración, revolucionaria en América Latina en los años 90, debe cumplirse. La vida, honra y bienes de los colombianos deben ser protegidos y el acceso a una vivienda digna, a un buen servicio de salud, a una educación de calidad, a servicios públicos y saneamiento básico, son temas que no se pueden descuidar. Si continuamos trabajando por avanzar en estos aspectos, la protesta social, la primera línea, se queda sin argumentos y los politiqueros que se aprovechan de ella, se quedan sin su brazo armado. Debemos defender la independencia de las ramas del poder público y de los organismos de control, se debe analizar a profundidad si estos últimos requieren de reformas que los despoliticen y hagan eficientes.

Que la institucionalidad también se refuerza por medio de la fuerza pública. Esos miles de hombres y mujeres que madrugan diariamente para cuidarnos, para defender nuestra democracia y para repeler los intentos por generar caos, desestabilización y la pérdida de nuestras libertades, requieren capacitación en asuntos relacionados con los derechos humanos y conocer a profundidad las funciones que tienen por mandato constitucional; todas estas medidas deben acompañarse de buena remuneración y un inmenso agradecimiento por lo que hacen. Esto permitirá depurar las fuerzas e identificar esas “manzanas podridas” que afectan injustamente la reputación de la mayoría; casos como los de los falsos positivos no pueden repetirse por ningún motivo, el pasado nos deja lecciones que debemos asimilar. 

Que obviamente el monopolio de las armas debe mantenerse en el estado y seguiremos combatiendo a los enemigos de la patria dándoles un uso responsable.

Que la inversión social desarrolla la institucionalidad también. Colombia, como sociedad inequitativa y desigual, debe seguir invirtiendo para reducir la pobreza, para crear oportunidades que amplíen el espectro de la clase media, para que los jóvenes tengan esperanza y los mayores una pensión digna. Eso es lo que hay que hacer.

Que el tercer tema para enfatizar es el de la justicia. Es claro que una sociedad, para ser viable, requiere de un sistema judicial sano, deliberativo pero equilibrado, que actúe siempre en derecho y no ante los vaivenes de la vida nacional. 

Los colombianos no creemos en esta rama, las encuestas lo dejan claro. El irrespeto constante a la Constitución y la aprobación de procedimientos para apoyar el falido proceso de paz como el “fast track”, pisotearon todo aquello que estudié en la facultad de derecho hace años y que transmití muchas veces a mis estudiantes en las aulas del claustro del Rosario. El haber elevado a texto constitucional ese monumento a la impunidad, desconociendo además que la democracia quedó herida de muerte al desconocer el triunfo del No en el plebiscito, ha llevado a que la ley se relativice y a que los jueces, por intereses políticos y no por motivos jurídicos, tomen decisiones que van en contra de la verdad y la justicia. Y ni qué decir de la JEP, un sistema de justicia construido a la medida de las FARC para “blanquear” sus delitos que se apoya también en la Comisión de la Verdad que sólo se ha dedicado a culpar al estado colombiano y a los militares por todo. ¡Reformemos la Justicia ya!

Gracias por este día ‘Fico’, mídasele a estos temas. ¡Gracias por escuchar al pueblo Presidente!

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Jorge Eduardo Ávila: