En fechas especiales se levanta a las 4:00 a.m., para prender los hornos, batir la masa, hacer el pastillaje, decorar, entre otras prácticas propias de una repostera. Se acuesta cerca de las 11:00 p.m., luego de supervisar los mínimos detalles de su equipo colaborador. Ella es una matrona empoderada del arte de la cocina dulce; se trata de Alba Cecilia Dangond Castro, más conocida como ‘Cecy’ Dangond.
Cecy es conocida en Valledupar en los diferentes estratos sociales y lleva 30 años cocinando para endulzar el paladar a decenas de vallenatos y visitantes de la capital del Cesar. Empezó ayudando a su suegra María Luisa Díaz Granados, quien le enseñó los secretos para preparar pudines, tortas, postres, brownies y merengues.
Con el tiempo “se fue sola” en su propio sendero culinario, creando recetas originales y deliciosas, que otras personas han querido imitar, pero no lo han logrado. Es así como tiene en el mercado la torta María José, en honor a una de sus hijas, con cubierta y pedazos de ciruelas; las Samba, con dulce de leche en el centro y cubierta del mismo dulce; Careoka, con cubierta y rizos de chocolate; y Óreo, con galleta triturada de chocolate, entre otras, cuya única intención es “llevar felicidad”.
Cecy Dangond es una barranquillera, titulada como administradora hotelera; aunque hizo su prácticas en un reconocido hotel de la ciudad, al enamorarse del quien es su esposo y padre de sus hijos se inclinó por la cocina. Ella asegura que pone en práctica lo aprendido en el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, en su hogar, al tender camas y supervisar que todo esté como “una tacita de plata”.
Tiene raíces villanueveras, por su abuelo (el general Dangond), abuela y padres son de este rincón de La Guajira. En ‘la capital del vallenato’ encontró una ciudad tranquila que soñaba para criar a sus hijos y acompañar al hombre de sus sueños con quien creó un hogar y un emprendimiento en sociedad.
El amor la llevó a cultivar una tradición que ha endulzado a muchas personas, que encuentran en cada bocado una manera de olvidar los momentos ácidos de la vida. La pasión se ha desbordado entre las paredes de la cocina y ha tocado los cimientos familiares, puesto que ha involucrado en el negocio a esposo, hijos y yernos.
Parte de su secreto está en el cálculo exacto de las cantidades, la selección minuciosa de cada producto, el esmero, la constancia, y sobre todo, la exigencia con ella misma para entregar tortas difíciles de olvidar. Es así como mezcla harina, huevos, azúcar, mantequilla, entre otros ingredientes.
Su sede principal está en Los Campanos, donde llega ‘un río’ de carros, motos y gente a pie; todos deseosos de probar sus ricas tortas. Ante la aceptación de sus productos pudo abrir otros puntos: en el Centro Comercial Guatapurí Plaza, en el Centro Comercial Mayales Plaza y en el barrio Novalito.
Antes de la pandemia del coronavirus tenía más de 35 trabajadores, que en su gran mayoría son mujeres cabeza de hogar, puesto que según su criterio son más serias y estables. Está el chófer, secretarías, ayudantes de cocina, ayudantes del horno, meseros, bodegueros y el que compra los productos. Ante la crisis social de la covid-19 debió reducir el personal a 21 personas, lo que le parte el alma, pero confía en Dios que todo vuelva a la normalidad para dinamizar su empresa familiar.
Así como en la obra Agua para Chocolate, de Laura Esquivel, la repostera Cecy Dangond tiene un fuerte vínculo con la cocina. Se vuelve su manera de expresión, provocando sentimientos inexplicables a quien pruebe sus tortas: desde el olvido a las penas y amargura, hasta el deseo de besar al ser amado.
¿Sabía usted que…
Sus creaciones han marcado una tradición culinaria en el arte de la repostería desde hace 30 años, con lo cual ha ganado una posición importante en el paladar de los diferentes rincones de Valledupar y sus alrededores?
ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN annelise.barriga@elpilon.com.co