Quien escribe estas líneas apoyó con entusiasmo e ilusión la creación de la Corte Constitucional. Lo hizo por cuanto entendió que era una decisión necesaria, a la luz de la visión de Estado que se consagró en la Carta del 91.
También respaldó las competencias que le fueron definidas, al igual que la disposición de ejercerlas en “los estrictos y precisos términos” contenidos en el artículo correspondiente. La evolución de esta norma es materia para ser tratada en otra oportunidad.
En el momento actual es oportuno dirigirse a ese alto tribunal, con el mayor respeto y consideración. La democracia de participación es columna vertebral de la Constitución política. Ese fue uno de los mandatos de los colombianos cuando se eligió a los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente. Por esa razón, uno de los fines esenciales del Estado es “facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan”.
En el mismo orden de ideas, la Carta prescribe que “todo ciudadano” tiene derecho a “tomar parte” en plebiscitos como un derecho fundamental. Teniendo en cuenta el comunicado de prensa que emitió la Corte, porque la sentencia todavía no se conoce, ¿será que limitar la expresión de la ciudadanía a SÍ o NO facilita su derecho a participar o lo restringe? Y en que queda el mencionado derecho fundamental de “todo ciudadano” a manifestarse en las distintas formas de participación democrática.
Sigamos: Otro derecho fundamental de “todo ciudadano” es el de constituir “movimientos” sin limitación alguna. ¿Qué sucede cuando se le impide a los electores crear un movimiento promotor de una opción distinta al SÍ o NO?
Los fines esenciales del Estado y los derechos fundamentales deben guiar la acción de los poderes públicos, que emanan, además, de la voluntad del pueblo soberano. Impedir el voto en blanco, que es una expresión legítima de la abstención activa en los mecanismos de participación, desconoce todo lo anterior.
Lo que hace es estimular la estrategia electoral del presidente Santos, consistente en dividir, artificialmente, a los colombianos entre amigos de la paz y amigos de la guerra. Así lo hizo en las elecciones presidenciales, volvió a hacerlo en las regionales y ahora quiere repetir la dosis en el plebiscito.
Leamos lo que dijo en una reciente entrevista al diario El País de Cali: “Si yo pudiera escoger lo que va a hacer la oposición, escogería el NO porque, como lo dijo la Corte, esto es una decisión SÍ o NO, yo acepto los acuerdos como están o no los acepto, sin términos medios”. ¿Está claro?
Lo único posible ahora es hacer votos para que la Corte Constitucional, teniendo solamente en mente los fines esenciales del Estado, los derechos fundamentales y la soberanía popular, le facilite a los ciudadanos que participen en una decisión trascendental como la que se tomará en el plebiscito, y haga posible que todos tomen parte en él, no solo quienes van a hacerlo a favor del SÍ o del NO.
Además, ayudaría mucho, si lo hace, a aliviar la polarización, que va a dejar un país fracturado por largo tiempo.
Por Carlos Holmes Trujillo G.