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Cazadores buscando redención

No me refiero a la desesperada cacería de votos de algunos, que para este tiempo abunda. Me refiero a los verdaderos cazadores o depredadores de la fauna que por deporte, aventura y su gusto por el monte y por la carne de animales de caza, otrora se dedicaban a estas faenas. De mi padre (q.e.p.d), quien fuera cazador en su juventud, escuchaba las historias de sus jornadas de caza en la región de Becerril con sus amigos, los hermanos Arístides, Darío y Carlos Hernández, este ultimo su compadre y papá de Carlos Darío, el prestigioso transportador, dueño de la famosa línea de buses Costaline.

Con estos parientes y grandes camaradas, me contaba mi papá con gran nostalgia, que salían a los montes de donde traían consigo numerosas especies de mamíferos, aves y peces, los cuales abundaban en ese entonces. Un primo de Carlos Darío, el polifacético hombre de letras Tomas Darío Gutiérrez Hinojosa, también heredó el gusto por la cacería y he escuchado de su boca, que esa fue una de las principales razones por la cual tomó la sabia y oportuna decisión de crear el Eco-parque Los Besotes, sin duda la más importante reserva natural de la región.

Tomás quiso resarcir el daño que en otra época hizo, buscó su redención y antonomásticamente hoy se volvió un importante ecologista y ornitólogo, dejando un gran legado para la posteridad.

Otro famoso cazador fue Kurt Hackermiller, un alemán que llegó a Valledupar a trabajar con Cervecería Águila, amigo personal de Julio Mario Santodomingo, y quien era especialista cazando venados, tenía una jauría de perros que lo acompañaban en estas actividades; ‘Toño’ Baute, más conocido como ‘Toño Pistola’, papá de mi carnal Adrián Baute, también fue un famoso cazador y coleccionista de armas, de allí el origen de su apodo; Dimas Olivella y Sanín Murcia también fueron expertos acechadores de presas, incluso llegaron a matar los preciosos jaguares americanos, a los cuales acá les llamamos tigres y los cuales fueron diezmados porque representaban un peligro para los hatos lecheros donde se comían los animales, especialmente las vacas y chivos.

Hoy día lastimosamente este hermoso depredador está en grave peligro de extinción. El difunto ‘Joaco’ Pérez también fue cazador, quien por cierto murió resentido conmigo porque no lo acompañé a una de sus últimas faenas de caza, por allá a inicios de los noventa, cuando aún la guerrilla nos permitía asomarnos tímidamente por el monte.

Otro gran cazador y tirador de lujo, de esos que donde ponía el ojo ponía la bala, es José Antonio Diazgranados, quien hoy día es un ecologista consumado e incluso incursionó en la cría de morrocones, para preservación y también comercialización para uso exclusivo como mascotas. ‘Toño’ incluso está trabajando en la construcción de un hermoso condominio campestre en las estribaciones de la Sierra Nevada, en el cual reina un absoluto respeto por la naturaleza, se que este proyecto será un lugar ideal para vivir, no solo por el entorno donde está situado, sino por el arquitecto que está dirigiendo el proyecto, que es mi amigo de infancia José Francisco Castro.

Lo cierto es que aunque también fui amante de la cacería, hoy estoy totalmente en desacuerdo con esta actividad y pido perdón a Dios, a la madre naturaleza y a la sociedad, por el terrible daño que en determinado momento pude causar, hoy al igual que Tomás Darío cambié la escopeta por una cámara y las balas por un bolígrafo, les aseguro que es mucho mejor.

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