Una retroexcavadora, que al parecer era usada desviar agua del río Guatapurí, cerca del puente colgante en el balneario Hurtado, ‘prende’ de nuevo las alarmas ambientales en Valledupar, ante el peligro que corre del cauce de este afluente hídrico.
El hecho se registró el pasado martes 19, el cual fue evidenciado gracias a la información de la comunidad que llamó a la Policía Ambiental y a la Corporación Autónoma del Cesar, Corpocesar, encontrando que trataban de quitar la sedimentación del río sin el debido permiso ambiental, en aras de irrigar un cultivo de arroz.
“Según la información que nos dieron en el sitio, la orden provino de Luis Mariano Murgas, los hermanos Valle y once arroceros más”, manifestó una de las abogadas de Corpocesar, Martha Lima, quien estuvo en el lugar. Ella explicó que pretendían canalizar el río para que les llegara más agua a sus fincas, aduciendo que el Ejército por realizar un canal les perjudicó en sus cultivos, lo que desmintieron tajantemente las autoridades, puesto que les sigue llegando el mismo litraje asignado inicialmente.
“Encontramos la retroexcavadora en flagrancia; ya habían hecho una recanalización, tenían pilas de arena alrededor del canal”, informó la jurista. Por lo anterior, les fue impuesta a los arroceros una medida preventiva, que consiste en la suspensión de las actividades y en la apertura de un proceso sancionatorio por el incumplimiento de la normatividad ambiental.
De acuerdo al Asesor de la Dirección de Corpocesar, Julio Berdugo Pacheco, respetando la ley 1333 del 2009, inician la indagación preliminar, verificando el hecho y legalizando la medida, para determinar si se les exonera o sanciona.
¿Cuáles son las consecuencias?
Lo anterior puede acarrear: amonestaciones escritas o multas, que oscilan de uno a 5.000 salarios mínimos, de acuerdo al daño ambiental; cierre de establecimientos o suspensiones de licencia ambientales.
Impacto ambiental
Este tipo de actuaciones perjudica de gran manera el medio ambiente. El ingeniero ambiental Daniel Andrade Movilla enfatizó que “cuando se interviene el cauce del río le cambias sus condiciones hidráulicas. Si no se le practican las técnicas adecuadas puede ocasionar erosión, porque es muy cerca del río. También puede generar en un futuro desbordamiento cerca de la ribera”.
Lo ideal para el experto es solicitar los permisos a las entidades ambientales, dado que el equipo de profesionales de Corpocesar se encargada de realizar visitas técnicas, para determinar lo máximo dragado que pueden profundizar, qué hacer con los diferentes tipos de roca y las técnicas más favorables.
En este sentido, Berdugo Pacheco subrayó que “al realizarse un daño al medio ambiente, se le hace daño a las personas. Si se desvía más agua de la que le fue asignada en las concesiones hídricas se está dejando sin agua al resto de personas”.
Concesiones para cultivos
Cabe recordar que al río se le dan unas concesiones para que las personas de finca puedan acceder al agua, limitando la cantidad de litrajes.
“Las concesiones se dan con cuidado para que el río nunca se quede sin agua. Si una persona por ejemplo se le otorgan 20 litros y una retroexcavadora abre más para obtener 40 o más litros; y todo el mundo hace eso, va a llegar el momento donde en la parte de abajo del río se quede sin agua y con el paso del tiempo puede terminar seco”, subrayó el Asesor de Dirección de Corpocesar.
De acuerdo al funcionario, todas estas concesiones son controladas, a fin que el río se quede sin agua.
En un informe publicado en pasados meses se explicó que según la Resolución Reglamentaria Número 139 del 4 de agosto de 1987, Corpocesar tiene a su orden un caudal base de reparto del Guatapurí de 11.260 litros por segundo; de estos, el caudal asignado a concesiones o permisos cedidos desde hace más de 20 años, llega a un punto de 7.863 litros por segundo, dejando sólo un caudal remanente o una corriente de 3.396 litros.
Si se analiza el río Guatapurí se percibe que existen ramificaciones no controladas por la empresa vigilante, estas aguas son sacadas del caudal y enviadas a terrenos privados; la cifra por el ‘robo’ del líquido en el Guatapurí no existe.
Derecho al agua
Según el Ministerio del Medio Ambiente existe derecho a la utilización de las aguas, de forma exclusiva para el consumo humano y bebederos de animales; en ningún momento especifica que exista prioridad para irrigación de cultivos.
En estos casos se crea la concesión hídrica, consistente en la asignación de litraje. “Cuando el río empiece a mermar el agua, por época de sequía, hay que reprogramar lo asignado, de acuerdo al caudal del río”, explicó la abogada Martha Lima, añadiendo que el Consejo Directivo de Corpocesar tiene un acuerdo que establece términos específicos para la siembra de cultivos.
Anomalías ambientales
Al indagar sobre el número de episodios que han afectado el medio ambiente en el transcurso del año se encontró que Corpocesar aún no tiene las estadísticas exactas.
Los funcionarios de la entidad ambiental indican que los casos son fluctuantes; “en época de verano lo más caótico son los arroceros, que no han respetado las directrices que establece que deben cultivar máximo al 30 de octubre, porque hasta esa época se supone que va el invierno y los ríos tienen buen caudal. A partir del marzo entra el verano total, donde la prelación total es el ser humano y los animales”, afirmó el asesor de Dirección de Corpocesar, Julio Berdugo Pacheco; sin embargo, encuentran que llega diciembre y estos productores siguen sembrando.
¿Cuáles son los casos que más se presentan?
Entre las infracciones ambientales que más se dan en el Cesar están:
-Tala de árboles.
-Ocupación del cauce o desvío del río.
-Vertimientos.
-Inadecuada utilización de aguas subterráneas.
-Tráfico de fauna silvestre, lo cual se evidencia especialmente en Semana Santa. Las icoteas e iguanas son los animales que más se perciben en Valledupar; éstas son traídas de manera ilegal de otras regiones del Cesar (Valencia, Bosconia, Chimichagua y Chiriguaná) para la comercialización.
Por Annelise Barriga Ramírez
Annelise.barriga@elpilon.com.co