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“Casi muero y Jesús Nazareno me salvó”

En Valledupar se conoce a Carlos Calderón Mejía como un personaje entregado a la cultura, las artes folclóricas y los bailes, pero en él está la imagen de la muerte, de la que se salvo porque según él, fue salvado por Jesús.

Calderón Mejía es Nazareno por un juramento hecho ante Jesucristo, “yo tengo una promesa, resulta que yo caí en un secuestro de la guerrilla y me iban a quemar vivo. Cuando ya me estaban echando la gasolina para prenderme vivo yo evoqué el Salmo 91”, en ese momento expresó que el dijo una parte “el que habite el abrigo del altísimo Jesús de Nazareno de Valencia”, le contestó de inmediato la otra parte un guerrillero “mora bajo la sombra del omnipotente. Pero aquí hoy día no está Dios, está el diablo”, él pugnó con el guardián y le decía “aquí está Jesús de Nazareno contigo y conmigo, porque tu eres hijo del pueblo y yo también”, en ese momento el hombre le preguntó quién era y Carlos Calderón argumentó “yo soy un docente” y lo mandaron a identificar como tal, “yo saqué mi carnet de la asociación de Educadores del Cesar y me mandaron acostar”, seguidamente aseguró “yo estaba con las manos amarradas”.

El hecho se produjo en el arroyo de Arena Blanca, cerca al municipio de Chiriguaná, “yo en esa fe, de que evoqué el nombre de Jesús de Nazareno y por eso yo le pago a Jesús de Nazareno esta promesa de ser parte de la guardia”.

El año del trágico recuerdo para Calderón fue el 20 de diciembre de 2001, las acciones se presentaron luego de que venía en compañía de dos personas desde Bogotá por orden del exgobernador Lucas Gnecco Cerchar, que los había enviado a radicar el proyecto para la realización de la biblioteca departamental ‘Rafael Carrillo Lúquez’, las otras personas eran Mariela Solano, Orlando Cantillo Castro. “Cuando fuimos al ministerio y llevamos al proyecto y no los aprobaron, nosotros felices de eso se nos olvidó confirmar el pasaje aéreo y nos tocó regresarnos en bus”, para el Nazareno “el chófer tomó la ruta de La Jagua de Ibirico y cayeron en el retén de la guerrilla”. La promesa de Carlos Calderón está hecha hasta el día que deje de existir y su paga la hace anualmente en Valencia de Jesús.

 

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