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Carta al niño Dios

Querido niño Dios, no te sorprenda mi mensaje desde ahora, es que  estoy pensando en diciembre,  porque me borraron de un solo golpe tres meses del calendario y me han puesto en septiembre,  parece, ojo, parece, que en septiembre y digo que parece porque simplemente eso parece y cómo no hay nada que engañe más que las apariencias,  me prevengo y me adelanto.  Que no vaya a ser cómo en el béisbol  que esa pelota pica y se extiende. Y como sabes, para ese mes “Caracol a sus oyentes”.    Entonces, para que no se acumulen los pedidos, al final te voy a decir  que es lo que quiero.

Pero ahorita mismo si quisiera que me ayudaras a poner una  ficha en un rompecabezas. En la última resolución que conozco suscrita por el ministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez,  se dice así en su parte  motiva: “Que se estima que la pandemia terminará en el momento en el que una alta proporción  de la población tenga inmunidad al virus, ya sea porque tuvo la infección y se recuperó  o porque la adquirió a través de la vacunación”. No sé por qué recordé  a aquella reina de belleza, cuando expresó “de igual manera y en sentido contrario”. Esto me ha producido mareo y no sé si entenderlo seriamente o en broma. Es como cuando prueban que no hay muerto porque el sujeto está vivo.  He hecho varios ejercicios tratando de desentrañar la intención de la frase y quedo ‘viendo un chispero’ cuando afirman que si nos vacunamos quedamos inmunizados, esa frase me traslada para Oslo y pone frente a mí, por asociación, la figura de aquel sabio de la Emc2. Definitivamente  es un descubrimiento  luminoso.  Estoy previniendo al Comité del Nobel.  Veo de cerca el tercer premio. Lo que no nos dicen es cuando llega la vacuna, pero bueno no importa, porque de igual manera  en sentido contrario.

El hilo que trato de seguir para ver hasta dónde vamos a llegar los ancianos  tampoco lo encuentro, pero gracias a Dios tengo un amigo  a quien le comuniqué mi inconformidad y me dijo sabiamente, viejo él como yo, mira la cosa es sencilla. Nos dan tres días para salir de media horita por día  y eso es  fácil de calcular pues no es sino que te guíes  por las ganas de hacer pipí. Dale una o dos vueltas a la manzana y pide permiso de aterrizaje porque de que va, va.  Para el resto de la semana alquila un perro, no importa que el perrito ya lo haya hecho, lo importante es el perro y el collar.    Pero que no vaya a ser un can  tipo ‘fifí’- por aquello de las apariencias- debe ser un bulldog  o algo parecido. La Policía te  ve y saluda cariñosamente.  No se te olvide la cachucha por aquello de la lluvia y el bastoncito, recuerda aquello de las tres C. Es decir cuidado con una  caída, un catarro y lo otro no lo digo, pues ya te lo imaginas. Bueno niño Dios: te iba a pedir un regalo, pero todavía no me he decidido,  pero  ni se te ocurra  enviarme una figurita “del hombre murciélago” es decir Batman. Esa palabrita está proscrita.

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