Muy apreciados amigos.
Permítanme expresarles mis sentimientos de solidaridad y apoyo irrestricto en estos aciagos momentos que viven su país y el pueblo judío.
Durante el mes de julio tuve la oportunidad de visitar Israel, de recorrerlo de norte a sur y de oriente a occidente, visité varios kibutzim en los que además tuve la suerte de hospedarme, conocí personas maravillosas y muchos soldados del ejército israelí apostados en las diferentes fronteras. Regresé a Colombia admirando profundamente un estado organizado, a una nación alegre y comprometida con sus realidades, que sueña con un mejor futuro, a un país extraordinario, jardín del mundo, creativo, con inventiva, con un espíritu emprendedor único y diría que irrepetible.
Regresé pensando en que Colombia, mi país, tiene mucho que aprender del suyo, de todos ustedes. Por esa misma razón escribí una zaga de 5 columnas denominadas Shalom, en las que recreé mi viaje y lo compartí con los lectores.
Los recientes acontecimientos que tienen en vilo al planeta y las imágenes que hemos visto por los medios de comunicación nos hacen pensar profundamente en las personas fallecidas, en los heridos, en todo aquel que tiene algún vínculo con Israel. De manera categórica rechazamos los hechos adelantados por Hamás, rechazamos la violencia en todas sus formas, y les reiteramos que tomamos como propio el asedio que padecen actualmente.
Cuenten por favor con nuestras oraciones, con nuestro deseo auténtico por ayudar, sabemos que en nuestras manos está trabajar desde el sector educativo para que hechos como los que se han presentado recientemente en su país no se repitan; seremos los primeros soldados de esta causa. Hemos sido, somos y seguiremos siendo sus amigos incondicionales.
Muchos colombianos, me atrevo a decir que la mayoría, los abrazamos y nos ponemos a sus órdenes para cualquier tipo de ayuda que podamos ofrecer, reiterándoles que nos duele profundamente lo ocurrido, que no validamos ningún tipo de acción terrorista y que no cesaremos de orar por Israel y por el noble pueblo judío, el pueblo de Dios.
Esperamos que este mensaje llegue a los funcionarios de la embajada de Israel en Bogotá, al consulado, al gobierno de su país y al pueblo judío en general.
Con sentimientos de aprecio y profundo respeto me suscribo de ustedes…
Mientras tanto y cambiando de tercio, procedo a hacer una denuncia relacionada con el maltrato que mi esposa y yo hemos sufrido por parte de la Estación de Servicio Texaco ubicada en Mondoñedo, saliendo de Bogotá vía a La Mesa. Hace más de 2 meses que nos detuvimos a tanquear el carro como lo hacemos periódicamente. Llegamos a esa estación, nos atendieron y llenamos el tanque con gasolina extra. La cuenta sumó $145.069 pesos.
Mi esposa sacó de su cartera una tarjeta de crédito de Davivienda, la entregó al operario de la estación y este procedió a ponerla por contacto, ya que haríamos el pago a 1 cuota. El datáfono mostraba que no había conexión. Repitió una vez más esta acción y el resultado fue idéntico. A la tercera fue la vencida y el datáfono produjo el recibo que mi esposa firmó. De las 3 transacciones llegaron al celular de mi esposa los respectivos mensajes de texto en los que el banco registraba la compra. Así se lo manifestamos cada vez al operario que manifestó que si no salía recibo la transacción no se completaba.
Nos retiramos confiados en eso, nos dijo que si pasaba algo diferente volviéramos y ellos ajustaban las cosas. Hemos ido varias veces y nada. Fuimos a Davivienda que nos expidió un certificado que reconoce que a la estación de servicio le transfirieron los $435.207 por las 3 transacciones. No nos atienden, no nos contestan, 2 personas que se llaman Walter -administrador- y Yuli -contadora- nos han sacado el cuerpo y manifiestan que la junta directiva de la empresa, que está en Barranquilla, no ha definido el tema. En pocas palabras, nos robaron $290.138 pesos.
Hago pública esta denuncia para que no le pase a más gente esto, es triste cómo normalizamos que en Colombia “el vivo vive del bobo.”
Por Jorge Eduardo Ávila.