Barranquilla está estremecida por el dolor. El terrorismo se ensañó contra la ciudad y dejó muerte y dolor. Responsable: el ELN. Las razones ofrecidas por los autores del atentado son una infamia. Matar como respuesta a presuntos abusos de la Policía, pasa por alto que somos un Estado Constitucional de Derecho y que los excesos están definidos como conductas castigables.
Además, en nuestro país, no existe pena de muerte y menos sin debido proceso y defensa técnica. El grupo que la ejecutó contra inocentes invocó a Camilo Torres Restrepo, un cristiano que, muy a pesar de que tomó el camino de la ilegalidad y la insurrección, no apoyaba estas acciones extremas, y más si eran por fuera de combate. Un monumento a la infamia son las razones que ofrece el ELN. Es una nueva victimización a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad civil.
Pretender rodear de argumentaciones los crímenes de guerra es trasladar su responsabilidad a las víctimas. Por esta vía, ellas aparecen como criminales frente a la sociedad civil y responsables de sus muertes. Toda una insensatez. Ninguna acción homicida del terrorismo puede ser un método de negociación de desarme, es inaceptable.
La sociedad barranquillera y de la Región Caribe está de luto. No puede ser de otra manera. Ha despedido a sus héroes y los lleva en su corazón. No obstante, de luto y todo, la Región no se doblega ni pierde su alegría y el amor por la paz.
Nuestro realismo mágico y la creatividad del espíritu no cesan ni cesarán. El Carnaval, como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, sigue su ruta de imaginación. Es la manifestación del ser Caribe que se ha incrustado en el alma de la humanidad, y lo ha tomado como suyo. Esta fiesta derrota a la muerte. En la Danza del Garabato se escenifica la lucha en favor de la vida y la alegría. Lo mismo en Joselito y su entierro para la resurrección. La vida siempre sale victoriosa.
Las danzas del torito o de negros les rinden tributo a la fantasiosa imaginación caribeña y a su cultura de mestizaje, que fusiona las etnias de las raíces de nuestra identidad. Las cumbias y vallenatos dirán presente. No se quedará atrás el culto a la poesía con las décimas y letanías. El teatro tampoco estará ausente representando todo lo que es la alegría nuestra, al igual que la Carnavalada y el Festival de las Artes. Los desfiles gais con su colorido y espectacularidad. Todo incluido.
No puede ser de otra manera. La fiesta se vive al son de ‘Te Olvidé’, del maestro Peñaloza; de ‘Joselito Carnaval’, de Lucho Bermúdez, y de la salsa y el reguetón.
La Banda Departamental de Baranoa y Totó la Momposina desplegarán su brillo musical para que el cuerpo libere su energía y el espíritu rítmico deleite al bailador. Las batallas serán de flores y la Gran Parada de desfiles multicolores. María Moñito, más viva que nunca, bailará con las Negritas Puloy. Todo el mundo se disfrazará como quiera, de marimonda o monocuco.
En fin, derrotaremos el miedo y al terrorismo. Un viernes 10 de diciembre de 1982, en la fría Estocolmo, el rey Karl Gustav le entregó la medalla del Premio Nobel de Literatura al realista mágico Gabriel García Márquez. Fue un reconocimiento a nuestra fiesta, porque su imaginación no es más que un eterno carnaval. En Estocolmo se festejó en ambiente de carnaval con la comitiva que acompañó a Gabo. Honor a nuestros héroes con alegría. No al terrorismo. Vengan a Barranquilla. Están invitados.