El conocido y reconocido empresario Carlos Mattos (con lazos en el Cesar) se haya vinculado en Colombia a un proceso penal que se encuentra en fase de investigación originado en un intricado proceso judicial en la jurisdicción civil. Ahora como fue oportunamente citado a la actuación penal y se insistió en su comparecencia y optó por no comparecer ante la jurisdicción penal fue declarado contumaz. Así de simple.
El juez de control de garantías que declaró la contumacia de Mattos, seguidamente a instancia de postulación de un fiscal delegado le impuso medida de aseguramiento de detención preventiva intramural y ex antes se había emitido por otro juez de control de garantías orden de captura, ahora con circular roja para procurar materializarla vía interpol porque Mattos se encuentra en España, donde igualmente es ciudadano de ese país.
El tema ha tomado otras dimensiones, más allá del trasunto (como suele suceder) de mundanales ruidos en el mundillo intrincado del poder y que todo esto tenga un trasfondo de complot contra el empresario Mattos; según él orquestada por gente muy poderosa, es decir, con más poder que Don Dinero. Paradójico. Una especie de cuentas de cobro, por esto o aquello o lo demás allá.
Los registros mediáticos anuncian que la “Audiencia Nacional dejaría en libertad provisional a Carlos Mattos” y a su turno la vicefiscal Rivero advierte que oficialmente no se tiene noticia de ninguna autoridad de España sobre el caso Mattos.
Es cierto que, en la estructura del poder judicial de España, exista como órgano central la denominada Audiencia Nacional, jerárquicamente por debajo del Tribunal Supremo y que ahí se atiendan situaciones de carácter internacional. Eso es posible.
Lo inadmisible es que en política de colaboración judicial se divulgue por quien tenga interés posturas judiciales que confronten de mala leche las decisiones judiciales colombianas como minusválidas, aun no compartiéndose las consideraciones jurídicas, si por ejemplo sea cierto que la condición de hombre rico de Mattos haya sido razón suficiente para solventar el riesgo de peligro para la comunidad como requisito de naturaleza subjetiva para haberse emitido en su contra detención preventiva carcelaria. -¡Qué horror!-
Esa sería una colombianada, o sea, un absurdo sistema acusatorio a la colombiana donde un juez constitucional de garantías asuma en juicio de ponderación que la condición de hombre rico incide en erigirse como un rasgo de peligro para la comunidad; como tampoco que el asunto de inicialmente determinar manipular un sistema de reparto judicial sea una cuestioncita de índole civil sin ninguna relevancia penal para minimizar que probablemente se perpetró un concurso de delitos de cohecho y prevaricación que aquí y en Cafarnaúm son conductas punibles. Y al oído del empresario Mattos, usted no tiene que demostrar su inocencia; la inocencia aun en Colombia constitucional y legalmente se presume y debe tratársele como inocente y no como culpable. Pero debe dar la cara aquí. Complicado.
Por Hugo Mendoza