X

Carlos Huertas, grande entre los grandes

Carlos Huertas, un grande de la guitarra. Foto de cortesía.

Nos recuerda el Almanaque Pintoresco de Bristol que el 21 de octubre, Día de Santa Úrsula, se cumple un aniversario más del natalicio de un hombre que llevó siempre en alto y a lo lejos el nombre de La Guajira, especialmente de Fonseca, por su inteligencia, sus canciones y su habilidad natural para tocar la guitarra.

Carlos Huertas Gómez, el hijo de Lola, ‘La blanca’, a quien también menciona en su canción a ‘Lola’ Redondo, ‘Lola la negra’, un guitarrista recursivo, y letrista esmerado en sus cantos de amor o de complacencias.

Imposible iniciar este registro conmemorativo sin recordar su canción autobiográfica y emblemática, ‘El cantor de Fonseca’, que fue llevada a la discografía por Luis Enrique Martínez, Los Hermanos López con Jorge Oñate, y también por Carlos Vives, entre otros, canción con la que se inmortalizó, y es la columna vertebral de su obra cumbre junto a otras de similar calidad, como ‘Hermosos tiempos’, que visibilizaron poéticamente la belleza y las añoranzas  de su  pueblo.

 Otras que le cantan al desamor y el despecho, como ‘La casa’ y ‘Qué vaina las mujeres’; o las que hizo para complacencia de sus amigos: ‘Cerroperalta’, ‘Tierras del Sinú’, ‘Al compás de una guitarra’, ‘Lola la negra’, y ‘Buena parranda’.

En otras dejó testimonio de su satisfacción por haber nacido en La Guajira, como en ‘Orgullo guajiro’, por ejemplo; tampoco guardó silencio cuando tocaba cantarle hermoso para cautivar a la mujer, de ellas son botones para mostrar ‘Del tamaño de la luna’, que le grabaron Juancho Rois y Elías Rosado; ‘Después de pascuas’, grabada por Poncho y Emiliano; ‘Ay mama’ y ‘Porque’, grabada por Silvio y Pangue.

Pero así como se inspiró en lo costumbrista también nos dejó  canciones románticas de profundas connotaciones poéticas. ‘Porque’ es un ejemplo.  Es la que más me gusta por su letra. Cuando la hizo seguramente amaneció más inspirado que nunca, de otra manera no la hubiera escrito:

Quién pintaría tus labios rojos color jazmín

Quién robaría al azul cielo su inmensidad

Para poner en tus lindos ojos el verde mar

Esa mirada que me asesina y me hace feliz

Porque tus ojos, porque tus labios,

Porque tu boca, porque tus manos, porque tu voz,

Juran enojos, gritan agravios,

Y mi alma loca para ti canta esta canción.

Resulta palmario observar que su mente, para hacer ese canto, estaba iluminada por la Divina Providencia.

INJUSTICIA

De su canción ‘Abrazo guajiro’ siempre se ha dicho que  fue injustamente descalificada  del  concurso de la Canción Inédita durante el noveno Festival de La Leyenda Vallenata, con un argumento rebuscado, liviano, y evidentemente forzado. Se agarraron de los pelos de una bola de billar para que no pudiera llegar a la final.

Se dijo, entonces, que no podía clasificar como finalista porque en una de sus estrofas mencionaba parientes de  miembros de la organización del evento, causal no prevista ni en el reglamento, ni en código de Ética adoptado por el certamen.

La estrofa convertida en florero de Llorente fue la siguiente:

Vine por saborear, un poco de acordeón

Al valle de los reyes

A escuchar la canción que en pro de un galardón

Elogia tus mujeres                      

En el sabor de tu cantar y sones viejos

Que me recuerdan alguna bella canción sentimental de Tobías Pumarejo

Y las parrandas de Roberto Pavajeau

 ¡Ay hombe! Es el abrazo guajiro,

Para el pueblo vallenato, en especial pa’ un amigo

 Sincero y grato.                        

Esa obra musical la incluyeron Jorge Oñate y Colacho Mendoza en su tercer trabajo discográfico titulado ‘Únicos’, que salió el 9 de diciembre de 1976. Fue éxito total, y ninguna de las que compitieron en la velada final suena más que esta en la radio, plataformas y escenarios donde se programa música vallenata.

Es melodiosa y pegajosa, y su letra  coloquial y exquisita; es recordada como una de las grandes injusticias cometidas en el festival, y fue el motivo por el cual ‘El cantor de Fonseca’ no volvió a participar en ese concurso.

Golpeado por las circunstancias hizo la canción titulada ‘Documental guajiro’, que le grabó Alfredo Gutiérrez en 1979, proponiendo realizar en Riohacha un  gran festival.

Como ya es usual se fue de este mundo el ‘fonsequero’ nacido en Dibulla sin haber recibido el homenaje que merecía por su obra imperecedera; partió estando musicalmente activo, físicamente vital y con una memoria prodigiosa cuando estaba a punto de cumplir los 65 años.

Escultura en honor a Carlos Huertas.
Foto de cortesía.

La Guajira se enteró de su grandeza y trascendencia cuando ya no se encontraba entre nosotros. Al ‘Cantor de Fonseca’ lo conocí de cuerpo presente en una parranda que hubo en Monguí. Llegó como invitado especial del primo Laureano Acosta. Fue el 20 de diciembre de 1980, segundo día del Festival del Dulce de Leche; allí se encontraban  los viejos más representativos del pueblo. Varios muchachos nos acercamos al lugar para conocerlo, me sorprendió su manera refinada de expresarse, era evidente que se trataba de un hombre culto, que tocaba su guitarra y él mismo cantaba con falsete natural y arrastrando la voz a propósito y casi sin abrir la boca.

Tenía gracia, entre una canción y la otra se metía el petacazo y contaba alguna anécdota, nadie  interrumpía, todos lo escuchaban con atención, y cuando uno hablaba alguno de los presentes nos abría los ojos, ya se sabía que tocaba guardar silencio porque  el maestro tenía el uso de la palabra. Ya no es así. Todos chatean  y no escuchan a los maestros.

Categories: Crónica
Luis Eduardo Acosta Medina: