Las persecuciones políticas después de la guerra de Los mil días propiciaron el éxodo de mucha gente de los departamentos del interior hacia algunas regiones de la Costa Caribe. Así llegó desde Duitama en Boyacá, Guillermo Araque, a la población de Manaure (Hoy Cesar). Después de haber militado en las tropas conservadoras y luchado en la batalla de Palonegro, tras un receso en los enfrentamientos con los batallones liberales, desertó del ejercito azul y por la ruta del río Magdalena logró llegar hasta ciénaga y allí encontró apoyo de algunos miembros de la familia Costa, oriunda de La paz, Cesar, que le facilitaron el traslado hasta esta población, donde encontró tranquilidad, paz y amor.
Se casó con Eugenia Gutiérrez, instalándose entonces en Manaure, donde pasó la mayor parte de su vida. Tuvo dos vástagos Carlos y Enrique.
Como algo exótico para un boyacense, Araque se dedicó en Manaure a comprar y vender acordeones, que iban de mano en mano con los juglares que por allí transitaban, en esa forma aprendió a tocar Carlos, el mayor de sus hijos, quien a la postre sería un reconocido juglar del vallenato.
LOS MÚSICOS DE LA ÉPOCA
En los comienzos de su carrera se conocían en la región algunos cantos de Juan Muñoz y el nombre de Chico Bolaño ya se oía por esos lados. Cesar Baquero, un hermano de la vieja Sara andaba echando vainas desde El plan hasta La paz con su acordeón espejito que a todos causaba admiración, recuerda Guillermo el hermano de Carlos.
Otoniel Oñate tenía en Manaure el negocio de alquilar acordeones y dos buenos parranderos allí estacionados, ‘Lucho’ Pimienta y Enriquito Orozco eran sus clientes permanentes para que se los tocara Carlos Araque.
Después de pagar el servicio militar en Santa Marta, Carlos se vinculó a la policía y en Valledupar fue encargado de prestar vigilancia en la residencia del doctor Pedro Castro Monsalvo, con quien cultivó una cordial amistad. Después de un par de años en el servicio, en La Loma de Potrerillo y Chiriguaná se fue en plan de autentico aventurero para las tierras del gran Bolívar, para finalmente anclar definitivamente en la población de Ovejas, donde pasó el resto de su vida, corría el año 1945.
SUS INICIOS
Carlos fue un autodidacta del acordeón, pues en sus ancestros no había venas musicales y desde muy joven mostró sus dotes de compositor.
Según el testimonio del maestro Adolfo Pacheco, Carlos Araque, junto con ‘Pacho’ Rada, fueron juglares pioneros allá en Los Montes de María en tocar el ritmo de la puya; eso aquí no se conocía afirma Adolfo.
En los pueblos de Bolívar Carlos combinaba su oficio musical con la venta de ciertos específicos o drogas básicas como el yodo, la quinina y vermífugos que ofrecía en las plazas publicas motivando la clientela con su acordeón.
Siempre vistió de blanco y se caracterizó por su elegancia y dotes de buen caballero.
Carlos se casó en la población de Ovejas, según relato de su hermano Enrique con una dama de apellido Chamorro, en cuya unión nacieron 8 hijos, de los cuales ninguno llegó a tener la estatura musical de su padre y algunos de ellos se hicieron famosos en la región por haberse dedicado a la guaquería, es decir descubriendo guacas de los antiguos aborígenes que poblaron la región.
SU REPERTORIO
En su catálogo musical encontramos obras de gran resonancia como el paseo ‘Las mujeres’, grabado por los hermanos López con la voz de Freddy Peralta y en el L.P. ‘Lo ultimo en Vallenato’, el primero de Jorge Oñate con los hermanos López fue el gran éxito el merengue ‘El siniestro de ovejas’, un dramático episodio de ingrata recordación.
Este es uno de tantos casos en la vida juglaresca en que un autor, en complicidad con su acordeón, pone a bailar a la gente con una elegía tan dramática. Es una prueba clara de como la literatura trasciende el dolor, permitiendo tomarle alguna distancia y asimilarlo.
Es una manera de ver el mundo nutrido por la cultura africana, en la cual después de cada muerte hay un nuevo nacimiento donde surge una nueva esperanza.
Cincuenta años después del siniestro, esta pieza, en versión del Binomio de Oro, fue el éxito vallenato del Carnaval barranquillero, pero para la gente del pueblo cada vez que el disco se escucha es como sentir el dedo en la llaga, que más duele, porque son amargos los recuerdos.
El que escuche este lamento
Que tenga paciencia y calma,
Como se me llena el alma
De Tristeza y sentimiento
¿Dónde estaba Carlos?
¿Dónde estaba Araque?
Lleno de tristeza
Por esa tragedia
Afectado por una enfermedad pulmonar, fue trasladado al hospital de Cartagena a consecuencia de un paro respiratorio donde falleció en el año 1984.
POR JULIO OÑATE MARTÍNEZ/EL PILÓN