X

Carlomagno

Nacido poco más de un siglo después del profeta Mahoma y los comienzos del islamismo en el Oriente, Carlomagno tuvo que ver con su espacio mismo hacia Europa, como un potente contradictor.

Muerto el profeta en el año 632 d. C. su proclamada religión ya se había extendido avasalladoramente por varios lugares de la cuenca del mar Mediterráneo; estimulado por sus triunfos  en el territorio del Imperio Bizantino conquistando buena parte del norte de África, y atravesado el canal de Gibraltar, se había apoderado de gran parte de la geografía hispánica.

Después quiso poner su pica en Francia pero fue derrotado en la batalla de Potiers  por el mayordomo de palacio el merovingio Carlos Martel, quien sería el abuelo de Carlomagno, nacido en una fecha incierta en algún lugar de la Germania, también inciertamente entre los años 742 a 748 d.C.

El éxito de esta campaña decisiva contrasta con la derrota de la retaguardia del ejército de su nieto en los montes de Roncesvalles, hacia el último tercio del siglo Vlll donde perdió la vida su sobrino Roldan, lo que tiempos después originó al canto medieval el Cantar de Roldan (Rolando).

Descendiente de las tribus bárbaras de la Germania, sí supo para qué es el poder y lo ejerció para consolidar un imperio, en reemplazo o consecutivo del  romano, en la Italia y en el centro de Europa, casi tal cual la conocemos hoy día y, sin pelos en la lengua ni temblores el pulso forjó una alianza benéfica entre el Estado y la Iglesia Católica.

Rey de los francos hacia el año 800 d.C. fue coronado en Roma por el Papa León III como Imperator del Sacro Imperio Romano Germánico, sellándose una fuerte alianza entre el poder político y la autoridad eclesiástica, y echando las bases firmes de la Cristiandad, que con el correr de los tiempos forjó la materia y el espíritu de la Cultura Occidental; abrevada en las fuentes de la filosofía Griega, de la doctrina civil y religiosa Judeo Cristiana y finalmente el Derecho Romano.

Esta solidez de principios civiles y morales posibilitó un gobierno unificado para la Europa de entonces y la del futuro, gracias al paso firme de la alianza entre los dos poderes, el espiritual y el temporal, representados por el visionario Papa León lll y el Imperator Carlomagno. Un hombre que parece ser no sabía ni leer ni escribir por lo menos de manera aceptable, quién tuvo, sin embargo, la determinación franca del político de carácter y la mirada clara para avizorar el destino históricamente trascendental del continente europeo, y de allí siglos más tarde a las Américas.

Alguna vez tuve la fortuna de visitar la ciudad alemana de Aquisgrán la nueva Roma, como se le llamaba por aquellas calendas, ingresar con grande respeto a la Capilla Palatina de su majestuosa Basílica octogonal en cuyo centro se conserva el sencillo trono de mármol en el que se sentaba y decretaba para su consolidado imperio, el impertérrito Carlomagno. ¿Cómo no sentir, pero tener que ahogar, el impulso de sentarse en el…? Desde los montes de Pueblo Bello.

Categories: Columnista
Rodrigo_Lopez_Barros.: