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Canonizaciones, una política clerical

Luis Napoleón de Armas P.

He leído el nuevo testamento que contiene, hipotéticamente, las bases del cristianismo, y no he encontrado ni una señal en el sentido de que alguien, post mortem, pueda pasar a olor de santidad.

Las primeras santidades no tenían una reglamentación taxativa como hoy y hasta los obispos podían hacerlo. Por eso, el número de santos, hoy día, no ha sido precisado; según el libro, “Martirologio Romano”, son 6.538 los santos. Pero si contamos desde el 993, año en el cual ocurrió la primera canonización papal, otorgada por el papa Juan XV, el número es de 2.492. Pero fue en 1.234 cuando el papa Gregorio IX formalizó el proceso.

Es posible que desde esta fecha exista un listado exhaustivo de 1.019 santos. Parece que las primeras canonizaciones eran muy costosas, una forma de comprar indulgencias. Para quienes no tuvieran los recursos para ello, les era muy difícil ver a un pariente suyo en los altares. Esto es coherente con una investigación de un curioso quien tomó una muestra de 1.938 santos y encontró que  de los canonizados, el 78% era de clase alta, el 17% clase media y solo el 5% clase baja.

Por lo general, los beneficios de la canonización han caído en los países que representan el modelo que la iglesia católica quiere imponer. Es curioso que cuatro países (Francia Holanda, España y Alemania) tengan 577 de los 1.019 contados, esto es, el56.6%. ¿Será que solo en esos países hay gente buena? Mientras la bondad se reparte en Europa, América Latina solo cuenta con 28 santos, 2.7%, incluida Laura, la primera de nuestros santos, después de Pacho y Juan Manuel. Claro, hay santos que llegan primero que otros; san Antonio de Padua fue canonizado 352 días después de su muerte mientras que san Pedro Damíán lo fue 756 años después; parece que no tenía quien le patinara el negocio. Pero fue Juan Pablo II quien ganara el palmarés en esta materia; en 65 actos hizo 551 canonizaciones, muchas de polacos.

No se entiende cómo Juan Pablo II canonizó a José María de Escribá, fundador del Opus Dei, una especie de Ordóñez el procurador, y no a monseñor Oscar Romero, defensor de los pobres y de la teología de la liberación, y quien fuera asesinado por la derecha salvadoreña, la cual como aquí, tenía un proyecto de guerra permanente.Ojalá Santos nos haga el milagro de la paz para que lo santifiquenantes que Pacho funde el Frente Capital de las AUC y Uribe lo beatifique. Amén.

Me uno al dolor de Lolita y Gustavo, no hay derecho a tanta pena.

 

 

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