Por: Raúl Bermúdez Márquez
En plena época electoral la opinión desearía encontrar en los candidatos a Gobernaciones y Alcaldías, propuestas que generen interés en el elector para que éste, sobre la base de identificar la mejor estructurada, formulada y sustentada con cifras y estrategias,tuviera elementos de juicio de fondo para emitir su veredicto el próximo 30 de octubre en las urnas.
Es preciso reconocer que existen esfuerzos importantes en ese sentido, por parte de algunos candidatos a la gobernación y a la alcaldía, pero ¡vaya paradojas de la vida!, no provienen de los que van encabezando las encuestas. En cambio, pululan los lemas que la mayoría de las veces quieren lograr la rima con el nombre (“con fulanito, vamos derechito”) o convencer con trillados lugares comunes (“vote por el cambio”) o impresionar con estridentes jingles que constituyen un desagradable factor de contaminación auditiva en ciudades y poblaciones de la región.
Se deja de lado lo sustancial y la competencia parece estar centrada en el que arrase con publicidad y propaganda o en cautivar a profesionales de la política (antes le decían “tenientes políticos”) que el día de la quema, tengan la capacidad de llevar como borregos a votar a cientos de electores de una comuna, enceguecidos con una camiseta, una comilona, una botella de aguardiente y un billete con la imagen de Julio Garavito, -ni siquiera con la de Jorge Isaacs-.
El tema de la generación de empleo productivo, en una región que presenta índices de desempleo por encima del promedio nacional y donde la informalidad y la ilegalidad nos agobian, -mototaxismo, venta callejera, contrabando, niños y jóvenes en las esquinas haciendo malabarismos para llevar a casa míseros tres mil pesos, etc.-, debería estar en primera línea. Y no se necesita tanta disquisición teórica para entender que es necesario centrar la atención en tres componentes básicos de la economía: la reactivación del sector agropecuario para producir alimentos hacia los mercados internos y externos (seguridad alimentaria), dar respuesta a la gran demanda de servicios que genera la explotación minera a gran escala y aprovechar nuestras ventajas naturales en materia de turismo, cultura y folclor para convertirlas en ventajas competitivas sostenibles. Para sólo mencionar un ejemplo, -podríamos citar muchos pero el espacio no da para más-, un dirigente gremial, Álvaro Tavera, presidente de la Asociación de Microempresarios del Cesar,a la manera de un Quijote, acompañado por algunos Sancho Panza como Francisco de Aguas, tiene estructurado desde hace tiempo el proyecto del Montaje del Centro Tecnológico Metalmecánico del Cesar que sólo “pellizcando” la gran demanda de partes mecánicas de articulación en los proyectos carboníferos podría generar alrededor de 1000 empleos (200 directos y 800 indirectos).
Sin embargo, ha tocado puertas y más puertas y su quijotada, sólo después de 8 años de persistencia, parece estar tomando forma con el acompañamiento de la Universidad Popular del Cesar y de la Comisión Regional de Competitividad del Cesar. Los candidatos deberían escuchar a Álvaro y Francisco para que aterricen sus discursos y propuestas sobre generación de empleo y competitividad. Pero no hay tal.
El circo continúa y la función terminará el 30 de octubre próximo cuando los gananciosos estarán más preocupados por recuperar a la mayor brevedad las cuantiosas inversiones que hicieron durante la campaña, que cualquier otra cosa. ¿Hasta cuándo seguirá el círculo infernal de la política como negocio? Amanecerá y veremos, dijo un ciego, … y cayó en un hueco.
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