Maíz, cacao, café, yuca, frijol, tomate, repollo, ají y otros cultivos de pancoger sostienen a las mujeres y hombres campesinos del corregimiento Los Haticos, jurisdicción del municipio de Valledupar.
Pero los habitantes de esta pequeña población quieren llevar la producción agrícola a otro nivel, sin embargo, aseguran que a pesar de tener la tierra y condiciones para cosechar, no tienen apoyo del Estado para aumentar las áreas sembradas y comercializar los productos en la región.
De hecho, Yecid Montero, uno de los campesinos, cuenta que muchas veces llegan al corregimiento carros cargados de alimentos y los venden en el centro del pueblo.
INFRAESTRUCTURA Y CRÉDITOS
“Eso sucede porque aquí no tenemos, económicamente, cómo sostener los cultivos. No hay una fuerza que nos ayude para llevar a Mercabastos o a Mi Futuro…, hace falta que ayuden el emprendimiento en el campo”, expresó Montero, quien se mostró preocupado por el poco respaldo que, según él, el gobierno municipal le da a la zona rural.
Una de las necesidades que manifiestan es un distrito de riego eficiente para los cultivos, así como créditos para poder comprar los insumos para la producción. “Crédito para el campesino, pero sin ninguna presión de que vamos a perder nuestros terrenos si tenemos tiempos muertos”, agregó el hombre.
De acuerdo con una columna de opinión de Indalecio Dangond, experto en temas agropecuarios, en los últimos meses hubo un decrecimiento del Producto Interno Bruto agropecuario a nivel nacional y señala al Ministerio de Agricultura de no tener una “política eficaz” de fomento productivo.
“Por no existir distritos de riego, lo que no se cultiva con las lluvias de abril y mayo, toca esperar seis meses para cultivarlos con las lluvias de agosto y septiembre. Si los créditos y presupuestos de subsidios, incentivos y demás ayudas, no están aprobados y desembolsados antes de esas fechas, ya no sirven”, escribió Dandong en el texto titulado ‘Recesión agrícola’.
COMERCIO DE OTROS PRODUCTOS Y TURISMO
Sol Marina Maestre es una artesana de Los Haticos, mientras teje una mochila de fique cuenta las dificultades que tiene este negocio en la zona rural de Valledupar.
“Ahorita mismo la mochila está caída porque no tenemos comercio, nosotras nos mantenemos de eso, pero no tenemos comercio. La llevamos, a veces, a los centros donde nos compran a cómo quieran, a veces nos dicen «llevenselas»”, relató la mujer de la tercera edad.
Maestre propone que las entidades propicien escenarios de comercialización y turismo en el pueblo que escasamente tiene una cancha.
LA MOCHILA ARROCERA
“Lo único que hay es una canchita”, señaló. “Necesitamos que vengan a comprar las mochilas, tener un puesto para venderlas porque hay quien nos lleva la mochila para otras partes, pero toca venderlo a otro comerciante”, agregó Sol Marina.
Ante la falta de venta de este producto y la necesidad diaria de alimentarse y subsistir, existen las mochilas arroceras: “Usted va a la tienda y se la cambian por comida, esa es barata, vale $7.000”.
Por Redacción General.