Las campañas políticas para elegir a los alcaldes de los distintos municipios y al próximo gobernador del Cesar, como también a los concejales y a los diputados de esta región del país, entran en una etapa de definiciones, a partir de esta semana, cuando, según las normas electorales vigentes, se inicia la publicidad en vallas y en otros canales permitidos por las autoridades municipales, y en los medios de comunicación social.
Hasta el 10 de agosto hay plazo para hacer las inscripciones y los cambios, tanto para los cargos ejecutivos (alcaldías y gobernación), como en las listas a las corporaciones: concejos municipales y asamblea departamental.
Es el momento preciso de las alianzas entre las distintas fuerzas y movimientos políticos, según el interés de los aspirantes y lo que les permita, insistimos, la Constitución y la leyes.
Comienza, gradualmente, el enfrentamiento entre los distintos candidatos y movimientos, con las armas que permite la civilidad y la democracia: las ideas, las palabras, los mensajes propagandísticos, etc.
Para muchos políticos, y sus estrategas y asesores la campaña tiene muchas similitudes con la guerra. En efecto, es una lucha, en la que habrá ganadores, que serán unos pocos, y perdedores, que serán los más, por la lógica aritmética de la democracia.
Ojalá el debate se de sobre las ideas, sobre las distintas propuestas y programas de los candidatos, sobre los múltiples y variados problemas que tiene Valledupar, el Cesar y cada uno de sus municipios; en materia de lucha contra la pobreza, el desempleo, y el bienestar de la comunidad con políticas en las áreas de salud, educación, construcción de vías y caminos, vivienda, entre muchas otras áreas.
Por supuesto cada uno de los candidatos busca, abierta o discretamente, que se conozcan las cosas negativas de sus oponentes, sus debilidades, tanto desde el punto de vista político, como personal. Y esto, de una u otra manera, también hace parte de la campaña.
Por supuesto, la ciudadanía tiene el derecho a conocer además de las propuestas y programas, las hojas de vidas, las alianzas y otros detalles de cada candidato. Esa mayor información, algunas veces excesiva y hasta propia de la vida privada de los ciudadanos aspirantes, también es sana y hasta conveniente…
No obstante, depende de los candidatos y sus equipos de asesores, que el debate se haga con altura, con respeto, con tolerancia, sin agresiones personales, sin ofensas y sin agravios. Y en esta materia es mucho lo que podemos y debemos aportar los periodistas, tanto asesores como los redactores y editores políticos de los distintos medios de comunicación.
Consideramos que la ciudadanía de Valledupar y de todo el Cesar tiene derecho a una campaña abierta, libre, democrática, con mucha información, pero también con altura, con un lenguaje prudente y constructivo. Que se diga todo lo que se tenga que decir, pero dentro de los límites del respeto por el pensamiento y la vida privada de los otros. Estamos seguros que podemos adelantar un debate abierto, sin la necesidad de recurrir a los agravios, las consejas, las intrigas, las mentiras, los falsos rumores, y por supuesto la injuria y la calumnia. Todos podemos contribuir a que ellos sea así y todos ganamos con ese propósito.