El pasado primero de junio, Valledupar fue sacudida por una tragedia que aún nos tiene consternados. En un momento que debió ser de alegría y amor, durante la celebración de un matrimonio en una casa campo, ocurrió lo impensable: la estructura del lugar se desplomó. De inmediato, la felicidad se convirtió en dolor, dejando a más de 40 personas heridas y, tristemente, resultando en el fallecimiento de cuatro personas.
Entre las víctimas, se encontraban una menor de 13 años, una madre, y dos jóvenes llenos de sueños y promesas, todos recordados por su gran corazón. Estas pérdidas han dejado un vacío inmenso, recordándonos la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento con nuestros seres queridos.
No necesitamos ser familia o amigos cercanos para sentir el dolor de esta tragedia. En anteriores columnas sobre ética y convivencia social, siempre he enfatizado la importancia de una vida en armonía con los demás y con nuestro entorno. Es entonces, que valores como la empatía y el respeto no solo deben reservarse para nuestros seres queridos, sino extenderse a todos los miembros de nuestra comunidad. Compartimos la misma ciudad, los mismos derechos y deberes, y eso debería bastar para que nos preocupemos unos por otros.
Este suceso también es un llamado a valorar a quienes tenemos. La vida es un regalo precioso que puede cambiar en un instante. Lo único certero es que todos tenemos nuestro día señalado, pero que cuando ese día llegue, nos encuentre amando, sirviendo y ayudando a los demás, cumpliendo el propósito por el que fuimos enviados.
Ahora bien, el alcalde de la ciudad ha indicado que se abrirá una investigación exhaustiva para “tomar cartas frente a la construcción y permisos para organizar eventos masivos” en estos sitios denominados casas de campo. Esta investigación estará en manos de la Oficina de Planeación y la Secretaría de Gobierno Municipal. Sin embargo, esto me lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿por qué solo actuamos cuando ocurre una tragedia? Debemos pasar de una cultura reactiva a una preventiva. La norma está ahí, pero no le damos cumplimiento, y eso es inaceptable.
Es importante reconocer que, aunque las circunstancias exactas aún están bajo investigación, toda construcción debe cumplir estrictamente con las normas de seguridad establecidas. Por ejemplo, la Norma Sismo Resistente del año 2010 (NSR-10), entre otras regulaciones, que existen para garantizar que las edificaciones sean seguras y puedan resistir posibles riesgos como eventos sísmicos.
La supervisión del cumplimiento de la norma para los sitios que alojen eventos masivos como los auditorios, estadios, polideportivos o parques, es obligatorio para la administración, esto incluye la revisión rigurosa de planimetrías y cálculos estructurales por entidades competentes como las curadurías, antes de la autorización para su uso.
Nuestro compromiso como comunidad es actuar con responsabilidad y cada día es una nueva oportunidad para ser mejores, para ser agradecidos con lo que tenemos y para valorar a las personas que nos rodean. Deseo una pronta recuperación para aquellos que siguen luchando por su vida en las diferentes clínicas de la ciudad, y envío un especial abrazo a esos padres que lamentan la partida de sus hijos. Hoy no lloran solo unas familias, lo hace una ciudad entera.
Por: Sara Montero Muleth