El aumento de la temperatura en Bogotá (27 de Enero: IDEAM 24.4 grados y 25.6° a mediodía) obedece a la evidencia científica internacional abrumadora la cual señala que desde 1750, el planeta está experimentando un calentamiento neto y que, durante el presente siglo continuará calentándose a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producidas por la acción humana, en particular, la procedente del consumo de petróleo, gas natural y carbón. Este es, sin duda, el problema más grave en el campo ambiental y, según muchas autoridades, la mayor amenaza global para el desarrollo.
Casi la mitad de la radiación solar que llega a nuestra atmósfera penetra la superficie de la Tierra, mientras el resto la refleja la atmósfera y retorna al espacio o la absorben gases y partículas de polvo. La energía solar que alcanza la superficie de la Tierra calienta el suelo y los océanos, que, a su vez, liberan calor en forma de radiación infrarroja. Los gases de efecto invernadero (GEI) que se encuentran en la atmósfera, como el dióxido de carbono, absorben parte de esta radiación producida por la Tierra y la envían en todas las direcciones.
El efecto neto de este fenómeno es el calentamiento de la superficie del planeta a la temperatura actual. La
existencia de CO2 y otros GEI en la atmósfera se originó hace millones de años como parte del proceso de formación y evolución de la Tierra, un fenómeno que también se dio en otros planetas del sistema solar.
Entre más alta sea la concentración de GEI, mayor es la captura del calor, y viceversa. Nuestra atmósfera cuenta, precisamente, con una concentración justa de GEI para la existencia de la vida en la Tierra como hoy la conocemos.
Sin ningún GEI en la atmósfera, nuestro planeta tendría una temperatura 30 °C más fría –o de 18°C bajo cero–, lo que lo haría inhóspito para la vida. En contraste, si su concentración fuese muchísimo más alta, la temperatura podría llegar a extremos que harían que la Tierra tampoco fuera factible para la vida. Algo similar pasa en Venus, en donde la enorme cantidad de CO2 en su atmósfera genera un fortísimo efecto invernadero que, a su vez, genera una temperatura que alcanza los 460 °C.
El crecimiento de la economía y de la población han sido los principales detonantes de las emisiones de GEI de origen antropogénico. Desde el Siglo XX, el crecimiento económico ha estado fundamentado en la utilización de energía de origen fósil. Esta es una de las grandes paradojas del formidable progreso alcanzado como producto del ingenio humano del cual son hijos la máquina de vapor y los motores de combustión, los dos principales emisores de GEI.
El modelo de desarrollo, a partir del cual se han podido satisfacer las necesidades básicas de una inmensa proporción de la humanidad, constituyó un ambicioso acuerdo global sobre el clima el año pasado en París, no para detener el desarrollo, sino con la condición de hacerlo sostenible, sin embargo, persiste la búsqueda de hábitats en el universo, lo cual indica que el tema ambiental de nuestro planeta es temerario.
Referencia Bibliográfica: Cambio climático: que está en juego, Manuel Rodríguez Becerra