Lejos del entorno de la guerra, la misma que un día dibujó con tinta de sangre y letras de terror, William Yesith Lasso aún recuerda el momento cuando empuñó un arma porque alguien le metió en la cabeza que con ella podía sacar adelante a su familia.
Hoy su vida cambió por completo. Atrás quedaron las operaciones paramilitares, los camuflados y cambuches clandestinos en medio de los campos de las sabanas cordobesas, donde la guerra, a punta de balas, fue el pan de cada día. El hombre de 49 años tiene muchas historias que contar, de aquellas que sembraron el terror, pero también testimonios de superación que hoy lo tienen como un ejemplo entre miles de reinsertados que, literalmente, cambiaron las balas calibre 5.56 por un portaminas punto siete.
Hoy William Yesith Lasso es un académico, un profesional, un colega de las comunicaciones, “es el resultado de una oportunidad” como él mismo lo asegura. “Me inicié en 1986 en las llamadas Convivir de Sucre, en las que me desempeñé como conductor, todo fue motivado por la falta de oportunidades y problemas económicos, cuando estas desaparecieron pasé a integrar las Autodefensas Unidas de Colombia en el rol de patrullero, trabajé por los departamentos de Sucre y Córdoba, en 2005 llegué al Bloque Norte para operar en El Difícil (Magdalena) y La Mesa (Valledupar)”, recordó ahora como una de las 451 personas que culminó el proceso de Reinserción con la Agencia para la Reincorporación y Normalización en los departamentos de Cesar y La Guajira. Además, recibió el acto administrativo que acredita su proceso de reinserción a la sociedad.
“Me arrepiento mucho de haber estado en una vida clandestina, donde las Autodefensas ocuparon las zonas abandonadas por el Estado, llegamos a la civilidad y nos encontramos con un proceso que ha sido difícil para el Gobierno. Nosotros nos preparamos psicosocialmente para llegar a la sociedad, pero esta no está preparada para recibirnos, lo que ha creado un verdadero choque en el que tenemos que demostrar que hemos cambiado y nos hemos arrepentido, emprendiendo un recorrido por la academia, hemos cambiado una AK-45 por un portaminas. Hoy mis armas son libros y lapiceros, mis batallas no son a punta de balas, ahora lo mío es la academia”.
Su superación
Hoy su hoja de vida es envidiable. Una vez se desmovilizó, se ‘atrincheró’ en los libros, en las aulas de clase y en el instinto propio de llegar a una sociedad empapado con letras de superación y con una etiqueta curricular que enriqueció en poco tiempo. “Soy reintegrado de la Agencia Colombiana para la Reintegración, ingeniero de sistemas, comunicador social, estudiante de cuarto semestre de la Universidad Popular del Cesar, además tengo el título de máster en Automatización y Control de la Universidad del Zulia”, reveló.
Tiene su propia visión del actual proceso de paz que adelanta el Gobierno con la guerrilla de las Farc. “Soy un convencido de que las condiciones pueden mejorar, como todo proceso hay altibajos, pero en el camino se aprende. Invito a todos los disidentes de las Farc, ELN, o Autodefensas a que aporten en este proceso; creo en la reconstrucción del tejido social, creo en la reconciliación, creo en la paz”, aseguró.
Además contó que antes de emprender la vida clandestina e ilegal, fue ayudante de albañilería, un todero que se le medía a cualquier maraña en su natal Montería o en lugares cercanos como Planeta Rica, Sincelejo o Corozal. Insiste en que fue el resultado de una oportunidad.
“Hoy gradúo a muchas de esas personas que un día también empuñaron un arma, es una satisfacción enorme porque también son seres humanos que también pudieron equivocarse y entendieron que había que empezar de nuevo y el camino fue la academia. Para mí lo más importante en todo este proceso fue recuperar mi identidad, porque cuando uno es paramilitar, pierde su real identidad”, reconoció William Yesith Lasso, mientras se disponía participar de la ceremonia de graduación, realizada el pasado viernes en las instalaciones de la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez.
Aún recuerda las noches de reflexión en medio del monte. El hombre que soportó la lluvia, el frío o el calor, nostalgias y tristezas no esconde un testimonio inédito que intenta cicatrizar, pero por ahora sus armas son los libros, los lapiceros y sus capacidades de transmitir conocimientos a través de la academia.
“Hoy es un día tan especial como aquel en el que decidimos desmovilizarnos. Es el día en que terminamos un ciclo, y le podemos decir a la sociedad que estamos listos, que hemos cumplido con un proceso de reintegración. Yo soy el resultado de una oportunidad”: William Lasso.
Con este nuevo grupo, ya son 965 las personas que han cumplido con todos los requisitos de la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), en los departamentos del Cesar y La Guajira.
Por Nibaldo Bustamante/EL PILÓN