“…Se acerca la Navidad y a todos nos va alegrar…”. Inicio mi columna con una línea de la maravillosa canción ‘Aires de Navidad’, interpretado por la orquesta de Willie Colón y cantada por su voz líder de ese entonces, el “cantantes de los cantantes” Héctor Lavoe, que al igual que temas como ‘El seis Chorreao’, ‘Mensaje de Navidad’, la inigualable canción del cuarteto Monaco:
‘Las cuatro fiestas’ en la melodiosa voz de Nury Borrás, ‘Mi burrito sabanero’, ‘Diciembre llegó’, ‘Año Nuevo’, ‘Faltan cinco pa’ las doce ‘ y otros fabulosos temas que jamás pasarán de moda, nos ponen el corazón de fiesta con los recuerdos de antaño, cantos que tienen impregnado indeleblemente el olor a Navidad, así como ese fabuloso jingle de Caracol Radio: “…De año nuevo y navidad, Caracol por sus oyentes formula votos fervientes de paz y prosperidad…”.
Contrario a lo que una prestigiosa emisora comienza a pregonar desde agosto, cuando aún faltan cuatro meses para que el año termine, hoy siento que el año se está acabando, ya se siente el aroma a natilla, a pasteles, a buñuelos, a pernil de cerdo, a pavo, a vela que se apaga, a traqui-traqui (aunque no debería sentirse, así nos traiga buenos recuerdos) y la brisa cálida que trae consigo aires de renovación, de paz, de mucha alegría, de armonía y sobre todo de unión familiar.
Las navidades han cambiado mucho, ya no hay ese fervor religioso y respetuoso de antes, muy poco se arman los pesebres, se rezan cada vez menos las novenas, no se hacen las fiestas comunales de barriada, en donde todos los vecinos compartían entre sí, muchas veces hasta cerrando la calle, ahora los niños desde temprana edad conocen la historia del Niño Dios y los aguinaldos, cuando los padres deberían hacerles ver y caer en la cuenta que en realidad es el Niño Dios quien permite que haya aguinaldos, efectivamente es EL quien gracias a su divina misericordia les da trabajo a los padres para que puedan comprarlo, aunque por la comercialización navideña, los niños no saben a quién pedirle el aguinaldo, si a Papá Noel, a San Nicolás, a Santa Claus (que en realidad los tres vienen siendo el mismo personaje bonachón) o encargárselo a los papás o al arbolito, afortunadamente han disminuido los casos de muertes por balas extraviadas y de quemados con pólvora, con la restricción de conducir en estado de alicoramiento también bajan los índices de accidentalidad.
Hoy no hay esa camaradería entre vecinos que antes existía, no se hacen “paseos de olla” porque se consideran corronchos o de turistas estrato uno, el paseo de olla no consiste en llevar la comida previamente preparada en la olla como se estila hoy por un turismo inconsciente, que llega a las playas y ríos a contaminarlos, por lo cual han tenido incidencia en la degradación y decadencia de este tipo de paseos, el paseo de olla es ir con la familia, amigos y vecinos a preparar la comida a orillas del rio organizadamente, y cada cual llevando algo de la lista de ingredientes, para cocinar, generalmente un sancocho en leña o un asado, actividad que se acostumbraba a hacer después de la fiestas del 7, 24, y 31, para compartir y desenguayabar.
Otra costumbre perdida es la de “discjockey” amateur o improvisado que se parqueaba frente al equipo a cambiar de disco, long play o CD, hoy día se usan los escandalosos parlantes con memorias USB. Esta Navidad procuremos compartir en verdadera unión familiar y acordarnos de que hay personas que nada tienen, con las cuales podemos tener un detalle.