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Camarillo fue una leyenda

Por: Jorge Naim Ruiz.

Víctor Mauricio Camarillo Ochoa, un hombre muy autentico, parecía que el tiempo estaba detenido para él y que su vida transcurría en el siglo diecinueve, lo conocí por allá en las postrimerías de los 70, en la casa de otro grande que se nos fue hace poco, Miguelito Ahumada; Camarillo, como le llamaban todos sus amigos, era primo hermano de Calixto Ochoa, un hombre de apariencia recia, que al tiempo se mostraba tierno,y especialmente cómico, lo recuerdo en su afición de imitar a Mario Moreno “Cantinflas”, pero su imagen es más nítida recorriendo las calles del Valle en su compañera de toda la vida, una bicicleta.
Respetado, querido y valorado por la gente humilde del Cañaguate, al igual que por las familias más encopetadas del Novalito, él los trataba a todos con el mismo respeto y era admirado por los Vallenatos como un compositor de aquellos cuya tradición y autenticidad no le permiten soslayar los principios y estructuras del folclor raizal.
Cuando Camarillo hablaba en una parranda todo el mundo silenciaba, era un hombre que su sola presencia infundía respeto, se le consideraba una autoridad en materia de autenticidad del vallenato, por algo fue bautizado con el remoquete de “La Biblia del Vallenato”.
Como compositor vallenato no tuvo el suficiente reconocimiento o fama que sus obras merecieron, tanto que son muchos los interpretes de hoy que aún ignoran su trayectoria y la autoría de alguna de sus canciones.
Víctor Camarillo Ochoa era un excelente guacharaquero y cuando se presentaba a alguna parranda, de tantas que se hacían en el Cañaguate, tanto los músicos como los parranderos se llenaban de regocijo, porque daba gusto hablar con una verdadera autoridad del folclor, quien también hizo parte de la Junta organizadora del Festival Vallenato.
Sin duda su tema más representativo fue aquel titulado La Leyenda Vallenata, con el que participó en el concurso de la Canción Inéditadel Festival Vallenato, el cual dice:
“En una llanura linda de un valle muy rico lo que sucedió/
una gente bien armada de tierras lejanas la nuestra querían/
fue entonces cuando los indios al escuchar un grito que un jefe lanzó/
y por medio de emboscada y flecha envenenada ellos la defendían.

Los españoles avanzaban y los indios tupes le retrocedían/
hasta el monte Sicarare donde se encontraba el Cacique Upar/
y un manantial que sus aguas por envenenadas todos se morían/
el Capitán de la guardia se hizo de rodillas y se puso a exclamar/
Y la virgen se les apareció reviviendo a los envenenados/
Y el Caique herido se entregó, así fue que se realizó el milagro.”

Hace poco escribí una columna en la que hablé de las canciones ecológicas y resalté una de Camarillo, dedicada al Árbol, titulada El Fiel Amigo, grabada inicialmente por su querido compañero “Colacho” Mendoza y posteriormente por Rafael Orozco y Emilio Oviedo, así como Elías Rosado y recientemente por Fabián Corrales, cuya letra dice:
“A base de la experiencia grande que he adquirido pude comprobar
De los amigos sinceros solamente hay uno y les voy a decir
Es el árbol fiel amigo que puede tener toda la humanidad
Porque el en el mundo entero sirve para todo de principio a fin
El nos da el fruto para la comida
Del salen muebles pa todo el hogar
Salen vitrinas para el mostrador
También la cama para descansar”

Camarillo siempre será recordado por los Vallenatos como una verdadera autoridad de nuestro folclor, por valgo fue jurado en varias ediciones y categorías del Festival de la Leyenda Vallenata.

COLOFON: Me deleité leyendo la más reciente crónica de Juan Rincón Vanegas, titulada Los tres amores que dejó Juancho Rois; definitivamente ese tipo de homenajes son los que mantienen en la memoria de los que amamos este folclor a nuestros más representativos valores y Juancho fue indudablemente uno de ellos; el otro “Juancho” o “el Chimichagüero de oro” cada vez se consolida como uno de los más eximios hombres de letras de la región.
jorgenainruiz@gmail.com

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