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Buscando a una bruja en Valledupar

La mujer utiliza el tabaco como elemento principal en sus procedimientos de sanación. Joaquín Ramírez/EL PILÓN

Me dio miedo pero me mantuve impávido, la saliva se me puso más espesa que nunca y la tragué dos veces en menos de 30 segundos; era el terror convertido en imágenes, con olor a tabaco puro y comencé a sudar como queriendo apartar la mirada de una escena inédita y aberrante para mis ojos.

En una humilde vivienda del suroccidente de Valledupar, los espíritus bajan para cumplir una misión, con el permiso de una mujer de piel morena, que se declara creyente en Dios, de aretes grandes y redondos, que vive de su trabajo consistente en rituales y oraciones. Yo tenía que disimular y ser valiente en ese momento para hoy hacer esta publicación.

La brujería con el tiempo se ha convertido en el punto de partida de millones de personas que confían ciegamente en los poderes ancestrales de gurús esotéricos.

Ahí estaba yo, en medio del humo que se esparcía por doquier. Tocía levemente, pero con la mirada puesta en la mujer, tal vez para evitar ser tocado por lo que veía con ojos de terror.
No temblaba porque me escudaba en tomar apuntes de ese momento en que la mujer conocida como ‘La Negra Neovis’ me hacia una demostración de sus dones espirituales, como la mujer de 44 años llama sus prácticas de sanación. No entendía lo que escribía porque el lapicero vibraba ante el miedo inédito que se reflejaba en mi mano temblorosa, pero más allá de aquel disimulo atrofiado por la escena, cada segundo era más intenso mientras la voz de la mujer se transformaba, como si tuviera por dentro una fiera. Era el reflejo de su oficio y yo miraba con un respeto invadido de miedo.

En un rincón del patio, veía con asombro cada elemento que doña Neovis Barreto Molina utiliza para sus labores, que ella denomina herramientas para sanación, curación y liberación. Una carabela, decenas de frascos llenos de sustancias que solo ella conoce, una imagen del venerado médico José Gregorio Hernández; velas, frutas, tabacos, la estatua del ‘Negro Felipe’ y otra de un hombre con un revólver en la pretina, hacen parte del ajuar de la mujer que asegura nació con dones especiales.

“Lo hago por devoción porque nací en medio de cosas del más allá”. Me dijo. Yo estaba confundido, no sé si era esoterismo, brujería o santería como algunos expertos consideran este tipo de prácticas, lo cierto es que Neovis me afirmó que ella no es bruja.

Pecado para algunos, firme creencia para otros, la brujería con el tiempo se ha convertido en el punto de partida de millones de personas que confían ciegamente en los poderes ancestrales de gurús esotéricos.

“Las brujas volaban en otra época, ahora lo que hay es maldad”, reconoció ‘La negra Neovis’, como es conocida entre muchas personalidades de la sociedad vallenata que acceden a sus servicios. Ella me hizo una demostración en vivo y en directo de cómo invoca espíritus para sus trabajos.

Su mano derecha se la llevó a la frente para persignarse, oró y su voz cambió, se tornó ronca, como de hombre y en medio de gritos y oraciones, sus extremidades comenzaron temblar. Según me explicó posteriormente, el espíritu de ‘El Negro Felipe’ invadía su cuerpo. Tomó un trago de ron venezolano, el licor hace parte del procedimiento, y pasaron cinco minutos en los que un alma ajena parecía alejarse. Neovis volvió a su estado normal, tomó otro trago de licor, mientras el humo y el olor a tabaco se tornaron más intensos en el sitio, el último rincón de su vivienda, con un techo de zinc fogoso que cubría el intenso sol de mediodía.

Cuando una persona practica la brujería así sea por curiosidad “abrimos nuestro cuerpo y nuestro corazón para que entren espíritus del mal. Y aclaro: como existe Dios, existen la brujería y el poder del maligno”, asegura la bruja más famosa del mundo.

“Esto no es brujería, mi trabajo es limpiar con plantas, velas, oraciones y alabanzas al padre celestial, es el tabaco el que dice qué tipo de trabajo se la va hacer al cliente, si el tabaco está cerrado y oscuro es porque tiene problemas de salud y espirituales, son personas que pueden intentar suicidarse. Todas las imágenes que usted ve aquí cumplen una función diferente, yo llevo 18 años en este trabajo y en un día bueno atiendo entre 70 y 100 personas”. Así resumió su estilo de vida y confesó que como ella hay muchas.

Evidencias

Un informe del diario El Tiempo hace referencia a la bruja más famosa de Colombia. Políticos, artistas y narcotraficantes solicitaban sus servicios, hasta que un día se encontró con una religiosa, recibió un exorcismo y abrazó la fe católica que ahora proclama.

La mujer, cuya identidad siempre se mantuvo en reserva, relató los peligros de la brujería, narró con detalles su exorcismo y su sorprendente conversión.

“La gente piensa que no hay nada malo en que le adivinen la suerte”, advirtió y aseguró que así permiten que el mal entre en ellos. Entre los ‘70s y ‘80s fue la bruja más influyente de Colombia y su vida forma parte de un libro del periodista colombiano Germán Castro Caicedo, titulado ‘La Bruja, coca, política y demonio’ que hace 20 años causó polémica en el país, incluso sirvió de guión para una telenovela.

Históricamente, estas prácticas tomaron fuerza en 1930 cuando unos 700 mil indígenas de los Altos Putumayo llegaron a Bogotá para hacerle el quite a la guerra del Perú, y se radicaron en la capital para prestar sus servicios como curanderos.

“Cuando una persona practica la brujería así sea por curiosidad abrimos nuestro cuerpo y nuestro corazón para que entren espíritus del mal. Como existe Dios, existen la brujería y el poder del maligno”, aseguró la exbruja.

Para ella, la brujería es algo de todas las épocas. “Mire la televisión y sus mensajes, que promueven a personas a las que se puede acudir cuando el marido se va o el novio se desenamora. La brujería es un negocio del maligno donde la persona algunas veces cree que está charlando y en otras sí sabe que con eso se hace el mal”, dijo.

La Iglesia

Sobre las prácticas de ‘La negra Neovis’, el párroco de la Iglesia Inmaculado Corazón de María, ubicada en el barrio Dangond de Valledupar, José Enrique Muñoz dijo que sí bien ella habla de dones de sanación estas actividades pueden estar relacionadas con hechicería o brujería.
“Son situaciones plasmadas en el capítulo 18 del libro Deuteronomio, en el que la Santa Biblia dice que no ha de haber nadie en medio de ti que practique la adivinación, astrología, hechicería, magia o evocación a muertos, la religión católica no acepta esa labor. Lo que hay que reconocer es que hay personas con dones de sanación y si están en una sana doctrina pueden ser aceptadas como tal, pero rechaza quienes utilizan esos dones para explotar a la gente y terminan por hacerle el mal. No hay que negar que hay muchas personas que tienen esos dones para hacer prácticas de sanación”, precisó el sacerdote.

‘La negra Neovis’ asegura conocer más de 12 personas en Valledupar que como ella hacen trabajos espirituales, a los que ella llama “dones de sanación”.

Por Nibaldo Bustamante/EL PILÓN

 

Categories: Crónica
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